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Buena Vista Social Club

7,7
7.341
Documental Cuando, en 1996, Ry Cooder viajó a Cuba para grabar un álbum con Ibrahim Ferrer y los músicos que habían colaborado en el disco Buena Vista Social Club (conocidos en Cuba como los Super-abuelos), Wenders lo siguió: observó a los músicos en el estudio y rastreó sus vidas en La Habana. Después rodó en Amsterdam, donde la banda dio dos conciertos y, finalmente, en Nueva York, en un recital espectacular en el legendario Carnegie Hall. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 19
Críticas ordenadas por utilidad
20 de enero de 2007
46 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay cosas que no pueden ser más que de una manera. Por ejemplo, las imágenes de las calles habanas sólo pueden acompañarse con el "Chan-Chan" de Compay. Por ejemplo, la fotografía con la que se ha de filmar el colorido de los coches y las fachadas destartalados sólo puede ser como la de ésta película.
Energía musical es lo que se desprende de este trabajo hecho con el corazón, algo irregular en su comienzo pero cercano y emocionante en su desenlace. Me quejo del principio porque a mí, como espectador, no me interesaron demasiado las entrevistas en las que los artistas van explicando sus inicios en la música. Salvando al dicharachero Pio Leyva, los demás son un poco sosillos. Mi abuelo, mi padre y mi madre, sin ir más lejos, tienen anécdotas infinitamente más interesantes que contar. Y no me creo que los músicos aquí reunidos no las tengan. No entiendo por qué no les han dejado contarlas.

Hay que reconocer que el documental está hecho para amantes de los ritmos cubanos. Ellos (y yo) cerrarán los ojos en más de una ocasión, intentarán acompañar en la percusión golpeando la estructura horizontal más cercana y se deleitarán con los directos, con la prodigiosa técnica de los súper-abuelos: Amadito Valdés (timbales), Rubén González (piano), el Guajiro Mirabal (trompeta)...
Para el resto de mortales hay dos opciones: o pasar del tema olímpicamente si no te gusta este tipo de música, o correr a comprar/descargar/robar el magnífico álbum "Buena Vista Social Club" si todavía no han tomado contacto con ella.

Lo mejor: la música, si te gusta; la visita final a New York, en la que la ignorancia y la capacidad de asombro de los abueletes hablan mucho, aunque sin querer, del aislamiento en la república de Fidel.
Lo peor: que los artistas que aquí hablaban no eran precisamente cuentacuentos.

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La mujer cuando se agacha,
se le abre el entendimiento.
Y el hombre cuando la mira,
se le para el pensamiento.
De tí me gusta una cosa
sin que me cueste trabajo:
de la barriga pa'rriba,
de la cintura pa'bajo...

(Lo siento. Es que no puedo parar de canturrearla.)
jastarloa
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6 de agosto de 2008
27 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
La labor de rescatar el inmenso legado que compone la música cubana y todos los artistas que en su época tuvieron fama y ahora permanecen injustamente olvidados y malviven por las calles de Cuba, es lo que se proponia Ry Cooder acudiendo a la isla y rescatando a esos grandes músicos (a veces sin saber a ciencia cierta si vivían o estaban muertos) y grabando un disco bajo el nombre de Buena Vista Social Club y Wim Wenders grabando el documental que narra todo el periplo.

Cada artista cuenta un pequeño fragmento de su biografía, que es un trozo de la historia de la música cubana, del enorme talento que contiene la isla (muchas veces de forma autodidacta) y de una vida humilde pero que disfrutan hasta el minimo instante con pequeños placeres como un Habano, un trago de ron o un simple timbal.

Amor por la música es lo que desprende este documental y por una isla que acoge todo el arte que puede caber en tan poco espacio y que tiene el curioso record de pais que mas estilos de música ha creado.
Música cubana que es ritmo, delicadeza, sentimiento y que parece que les sale tan natural como el que respira.
Tim_Dog
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21 de enero de 2009
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1996, el compositor, productor y guitarrista Ry Cooder viajó hasta los Estudios Egrem, en La Habana, interesado en cierta música. Su búsqueda resultó en conocer a un grupo de legendarios músicos cubanos, que habían pasado prácticamente al olvido, cuyas edades fluctuaban entre los 60 y 70 años. El resultado fue Buena Vista Social Club, un álbum ganador de un Grammy cuyo éxito fue aclamado internacionalmente.

En 1998 Ry Cooder, junto al director de cine alemán Wim Wenders, regresan a Cuba, ocasión en la que se reúnen con el vocalista Ibrahim Ferrer y el resto de los músicos con la intención de grabar un nuevo álbum. Wenders, junto a un reducido grupo de filmación, observó a los músicos en el estudio y rastreó sus vidas en La Habana.

Así se dio inicio a este documental, que registra el viaje de estos envejecientes desde su país natal hasta la ciudad de Ámsterdam, donde ofrecieron dos conciertos y que finaliza en Nueva York, con una presentación en el Carnegie Hall.

Algunas de las leyendas

Compay Segundo (1907-2003)
Su apodo viene del término cubano usado para designar a los amigos y conocidos, compadre (compay). A la edad de quince años compone su primera canción, “Yo vengo aquí”, demostrando ser desde ya un excelente guitarrista y clarinetista. Inventó su propio instrumento, el armónico, un instrumento de siete cuerdas semejante a la guitarra. En los años cincuenta forma la banda con la que tocó hasta su muerte, acaecida en el año 2003.

Eliades Ochoa (1946- )
Guitarrista y cantante, comienza a tocar a la edad de seis años. Proveniente de una familia de músicos en Santiago, Cuba. En su adolescencia forma parte del circuito musical underground de la localidad. En 1978 pasa a liderar el Cuarteto Patria, un grupo que ha mantenido viva la tradición Folk cubana desde 1940. Al igual que Compay Segundo, Ochoa crea su propio tipo de guitarra para adaptarla a su estilo de interpretación.

Ibrahim Ferrer (1927-2005)
En la década del cincuenta fue la voz principal de la banda de Pancho Alonso y también cantó para el legendario Beny Moré. Para la época de las sesiones en el club Buena Vista, Ferrer vivía en un deteriorado departamento en la antigua Habana, como muchos de los ancianos participantes en Buena Vista, vivía semi retirado, ocasionalmente lustrando zapatos por dinero.

La película genero por venta de taquillas la cantidad de $23, 002,182 millones, además recibió 27 nominaciones a diferentes premios (incluyendo un Oscar al mejor documental), de los cuales gano 18 de ellos.
operez
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27 de agosto de 2005
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace algun tiempo, no importa cuanto, nos dejaron Compay Segundo e Ibrahim Ferrer, quiás pronto nos dejen otros de los que participaron en la película. El Buena Vista parece un testamento anticipado, esos viejos soneros nos dejan el alma en sus canciones y en la pasión con la que tocan sus instrumentos. La totalidad de la película nos mueve hasta las lágrimas: la dulzura interpretativa, la sobriedad y precisión de la fotografía (rica en colores, pero sin llegar a la desmesura). Sin lugar a dudas un film memorable.
nilton
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16 de septiembre de 2008
16 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Impecable documental de W. Wenders en donde relata entre canciones e imágenes un fragmento de la vida musical de La Habana. Por allí desfilan estos soberbios maestros del ritmo caribeño, algunos ya nonagenarios, pero que conservan intactos todo el angel y el talento musical que en los años cuarenta y cincuenta los hicieron célebres. Entre ensayos y presentaciones, los solistas desgranan historias de vida cuyo común denominador es la dignidad. Sabemos que el éxito de la película, los Grammy, etc. convirtieron a estos viejos próceres en un negocio millonario y que varios fueron tentados con dinero para "exiliarse" en Miami. No lograron convencerlos. Acaso porque, mas allá de lo político y del feróz bloqueo norteamericano, estas personas -como su maravillosa música- no podrían existir lejos de su ciudad amada. El trabajo de Ry Cooder y su equipo es sensacional.
Orfeo
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