John Book (Harrison Ford), es un tipo duro que trabaja como detective de policía en Pennsylvania y se topa con un caso particular: Un niño de la secta religiosa Amish es el testigo ocular del crimen de un policía y debe protegerlo y tenerlo cerca aunque este y su madre (Kyle McGillis) quieren irse a su comunidad no pueden hacerlo y se quedan en la casa de la hermana del detective que está como divorciada y con dos críos. El niño reconoce la cara del asesino en la de un famoso teniente del cuerpo y la cosa salta por los aires. John va a un superior y le cuenta el rollo en confianza y este pues no sabía que es amigo del teniente. Cuando se encuentra más calmado se ve en una rellerta de tiros en un parking con el sujeto en cuestión el cual es de la ralea que demuestra y se tiene que ir con la madre y el hijo a esconder en la comunidad de trabajadores de la tierra que no predican con la violencia. Allí debe recuperarse de las heridas que gasta del tiroteo y va integrándose en la población como puede. Un film que no es gran cosa, pero que se nota que se hizo con conocimiento de causa (mi mayor recuerdo es que lo grabé en un VHS una de estas veces que lo echaban por Antena 3 cuando aún pensaba que sería director de cine y lo hice para quitarme de la cabeza el “machaqueo” del puteo en el colegio) Con el tiempo le acabé cogiendo cariño, aunque no sea gran cosa y tenga el fuelle gastado. Al final te da igual que Harrison Ford se enamore de Raquel (McGillis) y que los policías vayan a la población con escopetas para matarlo tras quitar de en medio a su único amigo en el cuerpo. Te da lo mismo el final y que pasa entre Ford y su estancia en la comunidad. La historia se vuelve aburrida y su mejor tramo es el inicial. Lo de que se vaya metiendo en una secta como los Amish está para un par de minutos, pero para una película de una hora y cincuenta como que no. Tiene puntos buenos como el entierro en el silo de trigo de uno de los polis o como John le rompe la nariz a un capullón que se cree que los Amish son muñecos a los que vejar. Me gustó esa parte. Siempre queda bien repartir estopa a quien se lo merece.