Es complicado ver el film sin querer irte del sillón a hacer cualquier otra cosa porque es un tostonazo lleno del petardeo al más puro estilo circo del terror barato. No sé como demonios llegó a tener una segunda parte. Sí que se ve cierto nivel en sus efectos especiales (estamos en 1985). Pero hijo de mi vida, que malita es. Uno se siente bien mal viendo un truño como ese de una sola tacada. Lo mejor del film es la parte final cuando esos pequeñitos engendros del infierno se escapan por la feria ambulante y empiezan a hacer de las suyas. Aunque ya molan lo suyo cuando están matando a los críos chulones que entran en el pasaje fantasma. Fuera de eso, la verdad es que hay poco que contar que no sea un vomito o algo parecido. No hay parte femenina en la película de cierto nivel, aunque se agradece porque entonces a la mujer se la veía como objeto mucho más que ahora. Su final con el bicho enorme que se come al resto y ese cóctel molotov en la boca y como se lo zampa en dos o tres bocados (es una cabeza de plástico macizo), es ya la rebomba. Pero oye! Yo he visto este truño porque de pequeño le cogí miedo a sentarme en la taza del váter al ver la escena del ghoulies que le muerde el culo al tipo cabrón dueño de la feria y disfruté con esa escena tan mala, pero tan graciosa. En los films los malos siempre reciben su merecido y los buenos ganan. Esos chulones murieron en el pasaje fantasma y estoy tan contento de que eso pasase. Luego soy más bueno que un pan y hasta calzonazos con mi novia, pero oye… Me da un gusto devolver el palo a los que te lo dan o van de enteraditos. Un film de mierda con alguna cosa guay y que se hace largo porque es lo que es.