La escribieron unos primerizos Matt Damon y Ben Affleck y les salió de primera. Un tipo rebelde, sin estudios, pero que es un genio con los números, el algebra avanzada, la física. Es todo un maestro cuando tiene una pizarra delante y debe solucionar un problema, pero que se asusta cuando tiene que relacionarse, por ello su mecenas (cuanto me suena esto al Renacimiento) le busca un buen psicólogo y después de una búsqueda un tanto infructuosa da con un genial (como siempre) Robin Williams, que entiende al chaval y trata de encauzar su caracter inestable. He de reconocer que admiro esta película y que tengo envidia sana del personaje de Damon. No tiene que hacer nada, salvo leer y dedicar un poco de tiempo al día a su pasión: Los números. Para ser un hacha con estos y superar a todo un catedrático de física. Envidia porque el que escribe debe de estudiar y mucho para que se le quede un poco de Historia en la cabeza y ya no digamos si se trata de resolver problemas. Cada uno sirve para una cosa, eso está claro, y no debe de sentirse mal si la mitad de la clase le supera en cálculos matemáticos, porque puedes ser el primero en redacción o en conocimientos de arte.

El argumento es formidable y por ello y por su buen hacer por parte de los actores esta peli triunfó en los Oscar de su año. Minnie Driver hace muy bien de simpática y tierna estudiante de medicina y la pareja protagonista lo borda. Williams como viene haciendo desde "El club de los poetas muertos" (1989) hace un papel perfecto. No sabría ponerle ningún pero a la historia ya que cada vez que la emiten la veo de buena gana.

Recomendable al ciento por ciento pues es de esas historias que te hacen sacar una sonrisa. Ves como un pobre chico con un don especial sale de un barrio humilde y se convierte en un tipo con aspiraciones y futuro. Es muy "Rocky" en ese sentido, aunque aquí se usa la cabeza y no el aguante físico y los puños. Adoro las películas así. Por estas cosas amo el cine tanto como lo amo.