En la semana del estreno en la cartelera local de "Lazos Perversos" (Stoker), una autora de un medio de mi país publicó su crítica titulándola: "Park Chan-wook ahora juega en primera".

No, queridita, lo tenés todo al revés. Es el chatísimo Hollywood del nuevo siglo quien ascendió momentáneamente a la primera división del séptimo a arte, al poder contar con uno de los pocos directores que todavía sabe contar una historia a través de la cámara. Park desembarcando en un estudio norteamericano, es como Messi jugando un partidito de onda en un "solteros contra casados".
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Park es "Hitchcoreano", pero no por nada que se muestre en la película. Sí, es cierto que hay aquí también un sospechoso y seductor "tío Charlie" (¡Ozymandias!); aparece por allí un motel en la ruta, una ducha por allá y un policía amenazante de lentes oscuros más acá. Pero a diferencia de la reciente y fallida "Tesis sobre un homicidio", que se hundía en una paja de referencias y homenajes perdiendo identidad, "Stoker" por suerte usa estos momentos apenas como un mínimo guiño al espectador, antes de adentrarse en el mundo de las propias inquietudes y obsesiones cinematográficas de su autor (ver spoilers).

Lo que realmente asemeja a este momento de Park con Hitchcock -salvando las enormes distancias- es que también desembarca en Hollywood inyectándole a este cine ya establecido sus propias ideas y formas renovadoras, igual que lo hiciera el gordo cuando aterrizó con el avión que lo trajo de Gran Bretaña.
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Aún si el espectador viera el film sin tener información sobre el autor, se daría cuenta al toque de su carácter "foráneo". Cada fotograma sabe a algo distinto a cualquier thriller habitual de Hollywoolandia.

La puesta en escena parece planeada al milímetro; no se desperdicia ni un solo plano y cada mínimo detalle parece buscar un significado.

Una bella pesadilla llena de simbolismos, donde el switcheo entre las distintas posiciones perceptuales de cada personaje con la cámara durante una cena puede transmitir los deseos y los desprecios; donde el amable ofrecimiento de un paraguas durante una tarde lluviosa debe ser rechazado, porque aceptarlo representa claudicar a la tentación del mal.

Donde el despertar de los deseos sexuales reprimidos puede plasmarse en la imagen de una araña trepando por una entrepierna; donde un recital de piano a cuatro manos puede mágicamente recordarnos a un coito, simplemente a base de usar con ingenio el in crescendo en el ritmo del montaje de los planos...
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- - - A DESTACAR 1: Una lección del uso del montaje paralelo durante toda la peli, en especial cuando usa el contraste del flashback de la cacería para acompasar la construcción del carácter de India, representar visualmente sus conflictos internos y el descubrimiento de sus "habilidades" latentes.

- - - A DESTACAR 2: El match-cut entre el cabello rojizo de Nicole y el trigal, es la cosa más bonita que veo en el cine desde hace mucho tiempo.

--- CONCLUSIÓN: Aunque carece del impacto perturbador y de la cualidad extrema de su famosa trilogía sobre la Venganza, en mi opinión esto termina beneficiando su estilo, al reemplazarlas por una ejecución dramática más cuidada y cadenciosa, donde el clásico torbellino estilístico del asiático se manifiesta con una mayor sutileza, logrando una cinta hipnótica y sensual.