Me encantó cuando la vi de niño.
El símbolo del salvaje incomprendido y perseguido por los demás me resulta muy atractivo y aquí opino que se desarrolló de un modo apoteósico.
John Rambo era un alma en pena que sólo ansiaba un poco de paz en un viaje sin rumbo, a ninguna parte.
Se había enterado de que su último compañero de pelotón había fallecido por las secuelas de la guerra y ya no le importaba ni su futuro ni su destino.
Ya sabía que no tenía hueco en la sociedad que se había encontrado tras haberse dejado la piel y la vida en el infierno en la tierra de Vietnam, y haber dejado ahí también sus fuerzas e ilusiones.
Y en su periplo con lo que se encuentra es con incomprensión y hostilidad.
Y emergen las sombras del infierno que acechaban en su inconsciente. Los malos recuerdos afloran y se funden con la turbia realidad que unos desaprensivos le imponen caprichosamente.
Y huye, él solo huye, sin importarle donde, componiendo una heroica epopeya.
Les burla, no pueden con él. Aunque manden efectivos, y mas efectivos.
El medio salvaje es su hábitat y en esa dimensión resulta invencible para auto complacientes agentes del orden o paisanos jugando a guardia nacional.
En ese trance de la huida, ni siente, ni padece, ni piensa ni se acoge a ningún tipo de conciencia. Es un animal acorralado que solo huye.
Pero cuando el coronel Truman contacta con él, toda esa coraza se desinfla. La fiera se calma y permite que brote toda la rabia contenida y todos los sentimientos acumulados y reprimidos en tantas jornadas de amargura y en su feroz huida.
(sigue en spoiler)