Festival de Cine Europeo de Sevilla. Día 2: La Cinta Blanca.

Tímidos aplausos, algunos efusivos, acompañan a los créditos finales de "La Cinta Blanca". Yo no aplaudo. Estoy todavía digiriendo la gran obra que he visto. Esto último es indudable, como el título de la crítica. Haneke alcanza un nivel superior, que puede gustar más o menos pero que lo sitúan donde muy pocos pueden llegar. Y no solo por este trabajo. Su trayectoria ya es cosa seria y no se le puede negar la condición de uno de los mejores cineastas europeos de la actualidad.

Y luego está el film. Completísima y compleja crónica de la sociedad rural alemana antes de la primera guerra mundial. La variedad de reflexiones, comportamientos y relaciones establecidas es tan abundante como los minutos de su metraje. Sin descanso ninguno, Haneke consigue analizar en profundidad aspectos que dan explicación a los acontecimientos fatales que años más tarde ocurrieron en Europa. Con la virtud además de hacerlo como mero espectador sin que los pensamientos de su cámara influyan en un ápice. Realismo. Puro realismo donde nada se hace inverosímil y en el que cada instante hay algo que enseñar. A esto último ayuda una barbaridad la perfecta elección del casting. Nadie falla. Todos están y son quienes deben ser. Con un Christian Friedel en plena reencarnación de Laughton. Increíble lo que se me ha parecido.

Quizás el tema más complejo sea en trato que Haneke da a esa infancia. Educada en valores conservadores y bajo un rigor casi extremo, los niños son sin duda el centro de atención del espectador. La utilización que hace de ellos Haneke es perfecta. Te despiertan simpatía pero también recelo; a veces te conmueven y a veces te dan escalofríos; hacen que te apiades de ellos pero a continuación despiertan la más absoluta de las desconfianzas. La sensación es extraña cuando a lo largo del film te tienes que enfrentar a ellos una y otra vez, a mirarlos de frente (Haneke te obliga a ello) y no saber si ves algo inocente y puro o algo oscuro e intrigante.

Estoy seguro de que esta cinta va a dejar regueros de opiniones y de críticas. Muchos, estoy seguro, no aguantarán la parsimonia con la que Haneke hace discurrir su historia. Otros tantos quedarán maravillados por ese halo que rodea a este gran trabajo. Para mí, que todavía ando dos horas después pensando en lo que visto, sin duda esta es una gran película, magníficamente rodada, excepcionalmente interpretada y que supondrá seguro un antes y un después en la carrera de este director. En Cannes creo también lo entendieron así.