Jim Carrey interpreta aquí al típico personaje que le viene que ni pintado a su histrionismo y a su habilidad para hacer doscientas muecas en un milisegundo. Se trata de un tipo que tiene una vida muy limitada porque dice que no a todo y no deja de poner excusas para no quedar con sus amigos. En resumen, al principio nos lo muestran como un amargado que odia su vida pero tampoco hace nada para cambiarla.

Pero todo eso cambia cuando acude, por mediación de un conocido, a algo llamado la terapia del "Sí". Y hace un juramento que consiste en decir que sí a todo aquello que se le presente. ¿Se imaginan? Obviamente, muchas cosas se complican en su vida, unas para bien y otras para mal. A partir de ahí, vemos a un hombre desquiciado y totalmente salido de órbita que se ve engullido por una especie de espiral de paridas, a las cuales reacciona con las muecas y excesos interpretativos que antes he mencionado. Sin embargo, no puedo quejarme, porque ya conozco al Jim Carrey cómico por otras películas, así que no diré que no estaba advertida (debo añadir que lo prefiero mil veces en películas serias, aunque no haya hecho muchas).

Imagino que Carrey, como cualquier actor cómico, tiene sus fans, al igual que los tienen Adam Sandler o Ben Stiller, y eso es muy respetable. Si usted es fan del Jim Carrey cómico, vea esta película. Si no lo es, o si le dan rabia sus extravagancias, no la vea. Si es un espectador más bien neutral, como yo, véala sólo si está de buen humor y con ánimo tolerante.

En cuanto a la historia, creo que se ha desaprovechado un planteamiento bastante original del que podría haberse sacado más jugo. Pero así son las cosas, y es sólo mi opinión.
Además, en algunos momentos a lo largo de la película, me reí, y hacia el final hubo una escena que me hizo estallar en carcajadas, de modo que, aunque sea sólo por esos fugaces momentos, no puedo ponerle menos de 5.