No hay nada mejor que ir al cine con resignación. Así fui yo, en grupo y esperando ver un bodrio. Porque había visto Predator (la primera) y me había gustado, y no esperaba que ésta estuviera a la altura. Para empezar, odio a Adrien Brody. Y si encima me lo pones de chulito con unos pocos músculos que a saber lo que le habrán costado con lo alfeñique que es, peor. Si me lo haces comparar con Schwarzenegger ya es para pegarse un tiro. Y por eso entré a la sala resignada y con la cabeza gacha, cargando con mi cocacola de tamaño medio.

Ahora es cuando me trago mi orgullo y confieso que la maldita película me entretuvo, y es más, me sorprendió cómo cuidaron que mantuviera la esencia de la primera. No entremos en el argumento ni en la lógica, porque entonces le tendría que poner un 1. Hay fallos por doquier, de esos que dices "voy a hacer como si esto no hubiera pasado y sigo viendo la peli". Hay veces en que piensas que definitivamente los personajes son subnormales. Pero en general entretiene y respeta el espíritu de Predator. Los bichos, las armas... todo tiene un aire similar al que se respira en la primera entrega de los 80. Se emulan algunas escenas pero con otros personajes. Meten con calzador a Laurence Fishburne, que está muy gordo, por cierto, y que tiene una intervención algo ridícula.

Luego, comentándola, uno se ríe de las gilipolleces argumentales, pero lo cierto es que no puedo suspenderla, y tampoco simplemente aprobarla. Eso sí, Adrien Brody me sigue cayendo mal y eso no va a cambiar.