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Drama
Finales del siglo XIX. Katty, huyendo de la pobreza, abandona su pueblo y se traslada a Ámsterdam, donde ejerce la prostitución para mejorar el nivel de vida de su familia. En la capital conocerá el poder de corrupción del dinero y el sórdido mundo de la explotación sexual. (FILMAFFINITY)
29 de marzo de 2010
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la Holanda victoriana del siglo XIX, Verhoeven nos sumerge en un mundo depravado y podrido, donde si la dignidad y la compasión escasean, la comida tampoco es que abunde, no… y claro, cuando se juntan el hambre y las ganas de comer… algunos al menos lo tienen claro.
Tenemos por un lado a una familia-carga bastante amoral y ruin, que no tiene reparos en forzar o “conducir” a sus hijas a la prostitución, o a los pequeños en sabe dios que, con tal de un par de monedas, filosofía ejemplificada por una madre un tanto egoísta y desnaturalizada.
Luego tenemos a la clase alta, que son todos unos aprovechados, pervertidos, golfos y cierra-bares, que no dudan en mirar por encima del hombro y dejar patente su superioridad monetaria, porque de lo que es clase y humanidad no andan muy sobrados (como no podía ser de otra forma).
Y si diferenciamos ya por sexos, pues los hombres somos unos cerdos y las mujeres casi que peor (las de la fábrica, las dos del bar, el burdel, etc) así que a excepción del candor y dignidad de Keetje, el altruismo de André o la humanidad del pintor poca “luz” o esperanza arrojan los personajes de Katty Tippel, virtud esta que aprecio y mucho en los personajes y la manera de contar las cosas de Verhoeven.
Si, el dinero vuelve idiotas a las personas, pero tanto el exceso como la carencia del mismo.
En esta cenicienta moderna, no me acaba de quedar claro si “el dinero está en la calle, y solo hay que rebajarse para cogerlo” como dice la canción o si la débil y esporádica dignidad de Keetje debe imponerse al “todo vale”… lo que supongo que es un acierto mas del gran director que es Paul Verhoeven.
P.D: Rutger Hauer, y sobre todo Monique Van de Ven no solo están genial sino que reafirman lo que vi en Delicias Turcas; grandes interpretaciones y naturalidad.
Tenemos por un lado a una familia-carga bastante amoral y ruin, que no tiene reparos en forzar o “conducir” a sus hijas a la prostitución, o a los pequeños en sabe dios que, con tal de un par de monedas, filosofía ejemplificada por una madre un tanto egoísta y desnaturalizada.
Luego tenemos a la clase alta, que son todos unos aprovechados, pervertidos, golfos y cierra-bares, que no dudan en mirar por encima del hombro y dejar patente su superioridad monetaria, porque de lo que es clase y humanidad no andan muy sobrados (como no podía ser de otra forma).
Y si diferenciamos ya por sexos, pues los hombres somos unos cerdos y las mujeres casi que peor (las de la fábrica, las dos del bar, el burdel, etc) así que a excepción del candor y dignidad de Keetje, el altruismo de André o la humanidad del pintor poca “luz” o esperanza arrojan los personajes de Katty Tippel, virtud esta que aprecio y mucho en los personajes y la manera de contar las cosas de Verhoeven.
Si, el dinero vuelve idiotas a las personas, pero tanto el exceso como la carencia del mismo.
En esta cenicienta moderna, no me acaba de quedar claro si “el dinero está en la calle, y solo hay que rebajarse para cogerlo” como dice la canción o si la débil y esporádica dignidad de Keetje debe imponerse al “todo vale”… lo que supongo que es un acierto mas del gran director que es Paul Verhoeven.
P.D: Rutger Hauer, y sobre todo Monique Van de Ven no solo están genial sino que reafirman lo que vi en Delicias Turcas; grandes interpretaciones y naturalidad.