Un pequeño grupo de colonos han sufrido ataques continuos de los indios comanches durante unos años, pero esto pasó hace casi una década. Durante los ataques, los comanches raptaron varios niños, y desde entonces están esperando a que alguien vaya al campamento comanche a rescatarlos. Esta misión en encomendada a los dos protagonistas, que dicen que no tiene mucho sentido ya que si los secuestros sucedieron hace tanto tiempo, los niños ya habrán muerto, o bien habrán crecido ya y se habrán adaptado a las costumbres indias.

No hay ningún enfrentamiento violento en toda la película. Simplemente llegan al campamento comanche, se ganan la confianza del jefe, y truequean la vida de los secuestrados con rifles. Como sospechaban, no hay mucho que llevar a casa. De todos los niños que habían secuestrado hace años, sólo quedan dos ya crecidos: Un joven que ha olvidado el inglés y adora a los comanches así que los protas se lo tienen que llevar a la fuerza; y una chica que se había casado con un importante jefe pero echa de menos a los blancos.

Al regresar, al chico no lo quiere nadie, y lo adopta una caritativa mujer mayor que muy pronto es asesinada por él en un ataque de ira. Le ajustician por el crimen, y ya sólo queda la chica. Todo el mundo la trata fatal porque se piensan que también se ha vuelto medio comanche, pero ella pide un poco de comprensión, y al final la gente entra en razón gracias a un inspirado discurso de James Stewart, del que ella se enamora. La película termina con los dos tortolitos yéndose a California, olvidándose de Richard Windmark casi por completo, que también había encontrado una joven media naranja entre los colonos.