Ben Affleck, como director, consigue crear un estupendo "thriller" político basado en hechos reales, con un sentido del suspense que mantiene al espectador en una gran tensión -supongo que porque los hechos que se narran no son muy conocidos por el gran público- y recuerda al Alfred Hitchcock de "Cortina rasgada" (Torn Curtain, 1966). De paso, se presenta a la CIA de manera positiva -más o menos como en la coetánea serie de TV "Homeland"- ya que la intención del agente Tony Méndez de sacar del Irán de Jomeini a varios funcionarios estadounidenses se plantea como algo con lo que los públicos de todo el mundo -salvo los iraníes, vuelvo a suponer- se pueden identificar.

La relación de esta trama de espías con el mundo de Hollywood, y especialmente con el famoso maquillador John Chambers, es muy interesante, y debía de habérsele sacado más partido. Los problemas personales del personaje de Affleck sobran, y tienden a hacer del protagonista un hombre en busca de redención, lo que lleva al guión a una resolución muy manida, y poco original.

Pese a ser un film situado en una ya larga tradición que trata la injerencia política de los Estados Unidos en cualquier país del mundo con cierta ligereza y mucha ausencia de culpa y de análisis crítico, "Argo" es un film considerable.