"Good Morning, Vietnam" es un film lleno de buenas intenciones, pero que, sin embargo, no llega a cumplir las expectativas que su planteamiento promete: hay buena música, una buena ambientación, y Robin Williams despliega toda su verborrea y su tendencia al histrionismo, pero sobran asuntos como el enamoramiento que el protagonista siente hacia una bella vietnamita, o la amistad del mismo con el hermano de dicha joven. No es una comedia sobre la Guerra de Vietnam, sino una visión dramática endulzada y amenizada por una serie de chistes e irreverencias que tratan de distanciar al protagonista, y con él al espectador, de lo políticamente correcto, y del horror de la guerra.

Lo más interesante es Adrian Cronauer, que es un personaje verídico, y su relación con la guerra, y con un país extranjero, y con una época muy determinada. Barry Levinson parece ceder a una visión digamos "hollywoodiense" de un tema que por sí mismo era interesante y productivo, lo cual va en perjuicio de la película en su conjunto. Pese a todo, no es una obra enteramente desdeñable, y vale la pena verla, aunque sólo sea por la energética interpretación de Williams.