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Voto de Pedro Triguero_Lizana:
8
Thriller. Intriga. Drama Durante un viaje, Joe Wilson llega a un lugar desconocido, donde es encarcelado por un delito que no ha cometido. Los vecinos, amotinados, provocan el incendio de la cárcel y dan por muerto al forastero. Sin embargo, Wilson consigue sobrevivir y, entonces, intentará vengarse haciendo que sus potenciales asesinos corran el mismo peligro del que él escapó milagrosamente. "Fury" es el primer film americano del gran director alemán Fritz Lang. (FILMAFFINITY) [+]
25 de marzo de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En "Furia", su productora, MGM, se apuntaba a la moda del cine de denuncia que tantos títulos gloriosos había dado ya, en la década de los años 30, el cine de Hollywood, con "Soy un fugitivo" (I Am a Fugitive From a Chain Gang, 1932), de Mervyn Le Roy, o "Scarface, el terror del hampa" (Scarface, 1932), de Howard Hawks. Lo que ocurre aquí es que la Metro-Goldwyn-Mayer era una compañía mucho más conservadora, en el enfoque dado a las historias, que la Warner, y posiblemente por eso en esta película se impuso un final feliz un poco forzado. A pesar de todo, es una estupenda película, con la que Lang pudo empezar a trabajar en el cine de Hollywood, después de marcharse de Europa, primero de Alemania, y después de Francia.

La película es una denuncia del linchamiento, una vergonzosa forma de impartir justicia rápida muy propia de los Estados Unidos, que años más tarde será también denunciada en films para mí mejores que éste, como "Incidente en Ox-Bow" (The Ox-Bow Incident, 1943), de William Wellman, o "La jauría humana" (The Chase, 1966), de Arthur Penn. Como en otras películas de Lang, especialmente en "Más allá de la duda" (Beyond a Reasonable Doubt, 1956), se reflexiona sobre los límites, a veces oscuros y extraños, entre la inocencia y la culpabilidad: Joe Wilson (Spencer Tracy), después de escapar de la comisaría, y de ser abrasado en el incendio de la misma, parece culpable, mientras que los verdaderos culpables del linchamiento adoptan, por contraste, y siendo culpables, una cierta inocencia.

Para mí, lo mejor de la película es la parte del juicio en la que el fiscal (Walter Abel) hace pasar una filmación del linchamiento, y los protagonistas del mismo quedan congelados por la cámara, como en un documental: es la locura y el fanatismo del ser humano los que quedan congelados y retratados en esos asombrosos planos fijos.
Pedro Triguero_Lizana
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