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Voto de Pedro Triguero_Lizana:
6
6,0
1.974
Western. Comedia
Jack (Henry Fonda) es un mítico pistolero que, cansado de la fama, decide abandonar Estados Unidos y viajar a Europa para enterrar la leyenda que se había forjado. En Nueva Orleáns, conoce a un misterioso forastero apodado "Ninguno" (Terence Hill), que decide acompañarle en su viaje. (FILMAFFINITY)
27 de junio de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Mi nombre es Ninguno" nace de una fórmula -producción a cargo de Sergio Leone, dirección a cargo de otro cineasta italiano, protagonismo de Mario Girotti, alias Terence Hill- que luego se repetirá, con inferior resultado, en "El genio" (Un genio, due compari, un pollo, 1975), "western" dirigido por Damiano Damiani. En la película de Tonino Valerii -un director al que, nunca mejor dicho, se ha ninguneado mucho, de ahí que siempre se insistiera en que Leone había dirigido parte de esta película, y de hecho hay quien considera este film como un film de Leone- aparece de nuevo la pareja protagonista compuesta por un pistolero experimentado y otro pistolero, mucho más joven, que trata de aprender de él y rivalizar con él, como en el previo "western" "El día de la ira" (I giorni dell´ira, 1967). Toda la historia es una especie de alegoría nostálgica, en la que el cine del Oeste clásico, el serio, el de Hollywood, representado por Henry Fonda, se jubila, desaparece, y deja el paso libre a un cine del Oeste cómico, desenfadado y europeo, representado por Terence Hill.
Como toda la trama se sustenta en esa fuerte oposición, todo lo demás se descuida, y el conjunto tiende a lo abstracto, a lo reflexivo, y, a menudo, a un humor retorcido que no desdeña el juego, la digresión, o el homenaje -a Sam Peckinpah, en especial-, y que pone en solfa las convenciones del género mientras no deja de reflexionar sobre el mismo. A ello ayuda mucho la banda sonora de Ennio Morricone, realmente inolvidable.
Como toda la trama se sustenta en esa fuerte oposición, todo lo demás se descuida, y el conjunto tiende a lo abstracto, a lo reflexivo, y, a menudo, a un humor retorcido que no desdeña el juego, la digresión, o el homenaje -a Sam Peckinpah, en especial-, y que pone en solfa las convenciones del género mientras no deja de reflexionar sobre el mismo. A ello ayuda mucho la banda sonora de Ennio Morricone, realmente inolvidable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Destaca la secuencia del falso duelo final entre Henry Fonda y Terence Hill, en donde de nuevo aparecen los espejos y las superficies reflejantes, elementos recurrentes a lo largo de la historia: las imágenes se repiten, mientras que la autenticidad de lo que vemos se pone en cuestión. En este film, el "western" se convierte casi en un truco de magia, en una ilusión.