En la saga de James Bond ha habido siempre una regla no escrita: máxima espectacularidad, mínima profundidad psicológica y narrativa en las tramas. Importaban los paisajes, los arquetipos, los estereotipos, las chicas Bond, la defensa de los intereses británicos, en todo caso. Bond es, era, así, un superhombre, un asesino de lujo, que se pasea por todo el mundo, corre grandes peligros, y hace el amor con mujeres hermosísimas.

"Skyfall" no es una excepción a esta regla, aunque se quiere que sea otra cosa, mucho más sofisticada, pero no se consigue, o no del todo. En suma, se pretende renovar la saga, pero manteniendo las señas de identidad de la misma: está la espectacularidad de siempre, y se quiere igualarla o compensarla con una mayor profundidad psicológica, insistiendo -de un modo excesivamente machacón, tal vez- en que Bond, sus métodos, y los métodos de sus superiores del MI6, están anticuados en el año 2012. Se quiere hacer de Bond un héroe oscuro, pero para eso es necesario que Bond sea un hombre de carne y hueso, con pasado, con problemas, con profundidad, y el intento, lógicamente, era muy complicado, pues si se cambiaba mucho al protagonista se corría el riesgo de traicionar la saga, el mito, la placentera sensación del espectador -y más aún del seguidor de la serie- de saber de antemano lo que va a ver, qué tipo de ficción va a consumir. El intento de Mendes es muy loable, pero en mi opinión se queda a medio camino, es decir, se queda en un punto en el que trata de contentar a todos.

Por supuesto, es interesante la relación entre Bond y su jefa, interpretada por Judi Dench, la cual viene a ser una madre vicaria para un personaje protagonista sin familia, sin compromisos ni lazos afectivos de ningún tipo.Daniel Craig encarna a Bond desde una mezcla de tristeza, estoicismo e impasibilidad, y Javier Bardem, creando un contrapunto con respecto al protagonista, interpreta con gracia y salero al villano de la función. Está muy bien toda la parte que transcurre en Shanghái, China, y, cómo no, destacan también los títulos de crédito iniciales, entre oníricos y surrealistas, y que son otro signo de cómo este largometraje se asienta en la tradición para ganar para la saga a una nueva generación de espectadores.