"Soy un fugitivo" es cine de denuncia en estado químicamente puro; me refiero a que se denuncia la brutalidad, inhumanidad e injusticia de la política penitenciaria de la época, al menos la de determinados estados de la Unión: no se dice el nombre del estado que encarcela al protagonista, pero, a juzgar por los mapas que constantemente nos sitúan geográficamente el periplo del personaje de Paul Muni, podría ser un estado del Sur, o del Medio Oeste, estados como Missouri, Kentucky o Tennessee. La fuerza de la historia es tal que se diría que lo que se cuenta aquí es un testimonio real, no inventado. Paul Muni es uno de los primeros tipos duros del cine sonoro de Hollywood, junto con James Cagney y Edward G. Robinson; después, a fines de los 30, llegarían Humphrey Bogart y John Garfield.

Este film es seguramente uno de los mejores dirigidos por Le Roy, cuya filmografía brilló con gran fuerza en la década de los años 30. La concisión narrativa, muy propia de las producciones Warner de la época, y de sus limitaciones presupuestarias, da al film una sequedad y una depuración expresiva muy notables. El desenlace final, negro en todos los sentidos, es de una dureza, un pesimismo y un fatalismo abismales. Para mí es uno de los mejores finales del cine de Hollywood de todos los tiempos. Hay algo en esta película que no ha podido ser superado por el cine posterior, ni podrá ser superado jamás.