Tercera entrega de la saga de Amando de Ossorio sobre la secta satánica más o menos afín a los templarios, "El buque maldito" es de esos largometrajes parcos en medios y presupuesto (que no en talento ni en imaginación) que acaban resultando simpáticos por el interés de la trama y un reparto de actores y actrices tan estimulantes como en cierto modo idóneos, por sus físicos, para encarnar a los personajes de esta historia.

Como en las anteriores entregas, se contrasta mucho el mundo contemporáneo de los personajes con el mundo ancestral, antiguo, temible y oscuro, de los muertos vivientes que en este caso parecen vengarse de ese mundo contemporáneo lleno de vicios y pecados, pero también de personajes inocentes e ingenuos.

Bárbara Rey y Blanca Estrada ponen ese punto de inocente erotismo enfrentado al sadismo de los muertos vivientes, y algún que otro vivo, como el personaje de Manuel de Blas. La acción se sitúa, como en muchas películas españolas de terror de los últimos años del franquismo, en un indeterminado país extranjero, con costa en el Mar del Norte, y los personajes tienen también, por lo general, nombres extranjeros. Por ello conviene no olvidar que se trata de una película enteramente española, rodada en España.