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Voto de Pedro Triguero_Lizana:
8
Intriga Cuando el Mayor Bennett Marco (Frank Sinatra) tiene que opinar sobre el Sargento Raymond Shaw (Lawrence Harvey), no duda en afirmar que es un auténtico héroe. Pero, en realidad, Shaw le parece un personaje muy turbio: una enloquecedora pesadilla le hace sospechar que el sargento oculta algo inconfesable. Audaz thriller político sobre el lavado de cerebro de los prisioneros americanos en la guerra de Corea. El fin del rodaje coincidió ... [+]
18 de octubre de 2014
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante una obra muy interesante, que refleja y registra muy bien determinados miedos de la época, y que curiosamente parece profetizar, como un sueño confuso, el asesinato del Presidente John F. Kennedy en 1963. "El mensajero..." se beneficia del auge del cine de política-ficción de los primeros años 60, un auge tal vez motivado por determinadas circunstancias históricas coetáneas. Al mismo tiempo, esta película, ácida reflexión sobre la manipulación y las falsas apariencias, elabora una sátira del anticomunismo delirante de la década anterior, haciendo del personaje de James Gregory, el Senador Iselin, una caricatura del Senador McCarthy: Iselin da el número de comunistas infiltrados en el departamento de Defensa inspirado por el número de salsas de la marca Heinz. Angela Lansbury compone el papel de una mujer extraordinariamente mala y manipuladora con una gran habilidad y profesionalidad, aunque esta actriz era demasiado joven para ese papel. Con todo, es una injusticia que su nombre aparezca en los títulos de crédito por detrás del de Janet Leigh, cuyo papel es mucho menos importante, y, si me apuran, innecesario.

El guión de George Axelrod nos da escenas y secuencias inolvidables, por ser ligeramente ridículas y delirantes, como la secuencia en la que se conocen Frank Sinatra y Janet Leigh, o la pelea de artes marciales entre Sinatra y Henry Silva, o la escena en la que Laurence Harvey se tira al estanque del parque, o la alucinante alucinación de la sesión de lavado de cerebro, y control mental, en Manchuria. Leslie Parrish vestida con una carta de la baraja, en el baile de disfraces, es otra imagen que contribuye al delirio. Habría que preguntarse si todo lo que escribía Axelrod para el cine -o para el teatro- no tendía a lo delirante, pero lo cierto es que el conjunto es muy sólido, y desemboca en un desenlace final sorprendente, lleno de suspense.

Por otro lado, reconozcamos la fuerza y el alcance de su trama: una serie de TV reciente como "Homeland" no es sino una variante moderna de esta película de Frankenheimer.
Pedro Triguero_Lizana
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