La nobleza británica siempre ha visto el servicio doméstico con la mayor de las naturalidades, en algunos aspectos similares a una mujer fundamentalista convencida que ve su burka algo notorio que demuestra que son diferentes al resto de la raza humana, práctico pues les cubre de sus necesidades y les evita mostrarse a los demás como son.

Para los nobles, los sirvientes forman casi parte del mobiliario, una herramienta mas a su disposición para hacerles la vida mas cómoda, pero desde luego, no son robots, tienen oídos, ojos y cerebro para pensar y decidir.

Joseph Losey aporta una visión estrambótica sobre la relación señor y sirviente, sin embargo, da bastante que pensar, espléndidos Dirk Bogarde y James Fox en sus papeles de sirviente y señor respectivamente, dos camaleones en blanco y negro que se van adaptando al guion.

Pese a todo la película baja su listón en el último tramo perdiendo parte de la frescura inicial.