El día de la boda es una función única, de una sola sesión en la que los protagonistas se convierten por unas horas, sin serlo, en los actores principales que serán estrechamente vigilados por la totalidad de los invitados que a su vez no ocuparán el patio de butacas de ningún teatro sino, en doble acto, el duro banco primero de una iglesia y finalmente una cómoda silla en un restaurante.

Vicente Minnelli nos recuerda muy acertadamente como se desarrollan todas las fases de una boda, desde la comunicación inicial por parte de la novia dejando sin habla a sus padres, la petición de mano, la confección de las listas de invitados, de regalos, la ropa, los detalles, la reserva de la iglesia y del banquete.

Son prolegómenos instaurados desde hace ya muchos años en la sociedad occidental y que normalmente se siguen al pie de la letra.

Muy humano, sincero y directo Spencer Tracy, como en él es habitual, llegando con la risa al espectador en las situaciones cómicas y al corazón en las emotivas.

Deslumbrante Elizabeth Taylor, sin duda, una de las caras mas bonitas que ha dado Hollywood y muy elegante y en su papel una extraordinaria Joan Bennett completando un elenco familiar absolutamente redondo.