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Voto de El Tito Mel:
9
Drama Charlie, un director de teatro neoyorquino y su mujer actriz, Nicole, luchan por superar un proceso de divorcio que les lleva al extremo tanto en lo personal como en lo creativo. (FILMAFFINITY)
20 de enero de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya no suelen hacerse este tipo de películas, dramas de personajes que no son un vehículo para propagar una agenda política sino simplemente un acercamiento intimista a la propia condición humana, sin trucos narrativos o visuales para agradar más al público, cine honesto y también emocionalmente inteligente. Ya solo por eso se merece mi admiración esta obra de Noah Baumbach, un tipo a medio camino entre Woody Allen y Wes Anderson que siempre me ha gustado por sus ramalazos de talento pero que nunca había terminado de entregar una gran película hasta ahora.

Es cierto que la película podría definirse de una forma simplista como la versión modernizada de Kramer contra Kramer (Oscar a Mejor Película en 1979), pero creo que esta va bastante más allá. Aquella identificaba buenos y malos, tenía su punto maniqueista. Esta es más humana, aquí no hay malos ni buenos, refleja que la realidad es que las relaciones son más complejas de lo que parecen y que muchas veces un matrimonio que lo puede tener todo aparentemente para ser feliz puede no funcionar en lo más profundo de esas personas cuando empiezan a plantearse cuestiones vitales como individuos más allá de la fusión como pareja.

Aquí todos los personajes se muestran bondadosos y también ruines, entregados y a la vez egoístas, porque el ser humano es así, no es santo ni demonio, en el ser humano hay lugar para todo y son las propias circunstancias las que sacan cada parte de nosotros en un determinado momento, lo mejor y lo peor. Esto es algo que está muy bien retratado en esta película, bastante mejor que en la mayoría de filmes que he visto. Igual que retrata con incisión pero sin exageración otros componentes del desmembramiento familiar como son los abogados y el propio proceso legal con sus a menudo incomprensibles reglas del juego.

Visualmente no es una película que haga alardes ni lo pretende, es casi teatro filmado solo que cambiando los escenarios, pero lo importante es dejar que los actores vivan sus personajes ante el espectador, de ahí esas largas secuencias de conversaciones. Con todos esos diálogos nos están haciendo un tour por la relación de esta pareja que nos permitirá comprenderlos e incluso aunque nos podamos identificar más con uno que con otro, nos permite pensar en cosas del otro en las que quizá cuando las hemos vivido nosotros mismos no nos hemos percatado del mismo modo que Charlie (Adam Driver), que parece un cariñoso marido y padre, no se daba cuenta de que impedía a Nicole (Scarlet Johansson) tener su propia voz y esta pese a entregarse no se daba cuenta de que Charlie no podía escuchar lo que pasaba por la mente de ella si ella no lo verbalizaba. De ahí que al final, cuando se pierden las formas, nos sorprendemos de cómo la otra parte puede tener una versión tan distinta de lo que ha pasado. Pero, en realidad, así es.

Para mi de momento es la mejor película del año por encima de Joker, Parásitos, El irlandés, Érase una vez en Hollywood, etc... Me parece un drama maravilloso, con un tono bastante equilibrado, a veces más cómico, de sonrisas tristes, a veces más trágico, pero sin buscar la lágrima fácil. Una película totalmente recomendable, no solo por ver buen cine o por disfrutar de las interpretaciones de Driver, Scarlett, Laura Dern o Alan Alda, sino porque puede servirnos para aprender y reflexionar, para comprender mejor, para ser capaz de ver más allá de lo aparente, algo que en una relación de pareja es imprescindible para que funcione. Gracias por esta joyita, Noah Baumbach, y que vengan muchas más.
El Tito Mel
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