Una madre y sus cuatro hijos llegan a una casa abandonada escapando de un pasado oscuro y aterrador, pero por mucho que quieran rehacer sus vidas, siempre habrá algo o alguien que no se lo permitirá de ninguna manera.

El debut como director en la gran pantalla del guionista de El Orfanato, Sergio G. Sánchez es una película que mezcla thriller psicológico, drama familiar con muchas caras y aristas, dolosas enfermedades y algún que otro susto (pero dos contados, que no se vengan arriba los fans del género de terror). Tiene una estética potente, unos actores jóvenes y sobradamente preparados y una casa con latidos propios y agobiantes, pero en conjunto la película, para mi gusto, no supera la prueba del algodón, aburre sobremanera, sobre todo en la mitad de la cinta, y para aceptar el final que se nos propone hay que creerse muchas cosas...demasiadas. La maquinaria de Mediaset, repitiendo cada hora de forma machacona en sus canales el tráiler de la película, ha tenido otra vez gran parte de culpa para lograr empujar a la gente a acudir en masa a las salas de cine. Más recaudación para las arcas patrias y más puestos de trabajo logrados, pero a costa del malherido bolsillo de los ciudadanos de a pie que podrían esperar sin duda a ver la película en abierto dentro de año y medio o dos. No obstante, es ese tipo de películas que su segundo visionado permitirá saber si las piezas encajan realmente o siguen habiendo agujeros profundos imposibles de salvar. En el fondo, si me la hubieran vendido como una cinta independiente y no tan comercial, no hubiese ido a verla con tantas expectativas y seguro que me hubiera gustado más. Porque todos tenemos monstruos conviviendo con nosotros, tanto en nuestro interior como en la vida real. Y solo el amor verdadero y desinteresado puede ponernos a salvo.

Sacapuntas de oro: La última secuencia, donde se quiere y se acepta lo que se es sin querer cambiarlo ni modificarlo...es puro amor elevado a la máxima potencia. Dentro de unos años se verá como un regalo imposible de repetir que los cuatro actores principales hayan coincidido en un mismo rodaje.

Sacapuntas de madera: Muchos saltos temporales y giros de guión, muchas trampas e infinitas suposiciones. El déjà vu al ver la secuencia de los espejos tapados con sábanas. Que se nos remarque con la música un inminente sustillo. Que aún no haya visto la película definitiva y redonda que hable del TID.

Nota: 4 Sacapuntas.