Una trabajadora de una inmobiliaria trata de alquilar un piso en un edificio semi abandonado. En un momento de locura, decide usar las llaves del piso para prepararle a su novio una velada romántica de cumpleaños pero las velas de la tarta no se apagarán con un leve soplido esta vez…

El principiante Rafa Martínez nos trae un producto humilde, con buenas intenciones pero que al cuarto de hora ya sabes que no te va a gustar y aguantas en la butaca del cine por respeto a las palomitas y a tu acompañante. Tiene algún momento que salva el suspenso global de la cinta como puede ser la aparición del super malo en escena, con un arsenal que ya lo quisiera Macgyver para sus chapuzas. La pareja protagonista es la correcta Ingrid García Jonsson y su partenaire (y no menos moñas) Bruno Sevilla. El despliegue físico de ambos en todo el film es loable, pero no por correr se juega mejor al fútbol y aquí el tiki taka brilla por su ausencia. El querer y no poder es una constante en los agradecidos 80 minutos del film y ni su cañera ni machacona banda sonora consiguen que dejes de pensar en que los experimentos se hacen con gaseosa y que la próxima vez hay que elegir mejor en la cartelera.

Lo mejor: El mensaje con moralina social que transmite. En la realidad estos hechos se dan más veces de lo que nos imaginamos. El potente impacto visual de la última escena.

Lo peor: Te crees que vas a ver una película de terror con sustos y chillos varios y te encuentras con la hermana coja de Rec o con la prima hermana de la chatarra H6, diario de un asesino. Demasiados tópicos que ni una Fiesta del Cine tiene porqué soportar.

Nota: 4/10