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España España · Madrid
Voto de Ludilo:
6
Drama Anne Gueguen es una profesora de Historia de instituto que además se preocupa por los problemas de sus alumnos. Este año, como siempre, Anne tiene un grupo difícil. Frustrada por su materialismo y falta de ambición, Anne desafía a sus alumnos a participar en un concurso nacional sobre lo que significa ser adolescente en un campo de concentración nazi. Anne usa toda su energía y creatividad para captar la atención de sus alumnos y ... [+]
20 de mayo de 2015
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Leer en la sinopsis de una película conceptos como 'segunda guerra mundial', 'nazismo', 'campos de concentración' o similar, le otorgan a la susodicha muchas papeletas para ser la elegida en el sorteo del 'sábado sabadete, al cine a tomar el fresquete'; ¿adicta al drama? Tal vez. O puede que, simplemente, se trate de un contexto histórico que no deja de estremecerme aunque parezca que ya está casi todo visto, leído y oído. Sin embargo, las noticias que vemos, leemos y oímos cada día (en pequeñito y según conviene a los 'mandamases' del mundo mundial, por supuesto), hacen que cualquier película que promueva la igualdad entre los ciudadanos de este lugar llamado mundo (como dice el anuncio) y el aprendizaje de lo que suelen denominar 'memoria histórica', siga mereciendo, cuanto menos, ser vista.
"LES HERITIERS" (cuya traducción por 'la profesora de historia' me parece, digamos, poco literal y mucho menos metafórica, siempre desde mi nivel principiante de franchute, claro está), como iba diciendo, había comprado muchas papeletas para ser mi elegida, pero, el hecho de ser una historia real, ambientada entre chavales de instituto (momento añoranza, supongo) y mi debilidad por el cine francés le hicieron apostar todas a una al caballo ganador, así, directamente.

Dicho lo cual, un sábado más, me dispongo esperanzada e ilusionada a ejercer mi derecho a granpantallear.
Cuando una se sienta en la butaca con tantas expectativas la probabilidad de decepción es bastante alta, las cosas como son. No es el caso esta vez, 'je suis une exception', se lee por ahí.
Encantada desde el minuto 1 hasta los créditos. Puede que, a priori, el argumento esté más que visto: profesora busca buen fondo en chicos malos; y puede que hasta sea previsible: profesora encuentra ese buen fondo y transforma a los chicos malos en chicos de provecho. Pero a mí me parece mucho más que eso. ¡Qué cojones! Me ha encantado, me ha emocionado y me ha reconciliado con el cine de los vecinitos de arriba que, por qué no decirlo, me tenían pelín descontenta últimamente.
¡Qué más puedo pedir! Pues hay más, por pedir que no quede:
Los actores son tan reales que parecen más personas que personajes. Por momentos me siento como en un documental, como parte de la clase en otros.
El relato de León Levitz (superviviente en uno de los campos de concentración nazis) hace que me olvide de que estoy en un cine y me visualizo dentro del aula con los pelos como escarpias y con los ojillos a punto de que la gota colme el vaso.
Dicen que ‘mal de muchos consuelo de tontos’ pero ¡ojo! lo que ayuda calzar los zapatos de otro para valorar, a través del sufrimiento ajeno, que lo que tenemos, sea o no tan malo como pensamos, no es un justificante vitalicio para nuestro comportamiento. Y cómo ayuda, también, abrir la mente y entender que todos somos iguales y con los mismos derechos así llevemos un pañuelo en la cabeza, tengamos la piel tostadita, amarilla o de colores, o recemos a un Dios con distinto nombre pero igual de hijo puta (si, otro mensaje ya muy visto y puede que hasta demagógico, pero necesario, que se nos olvida día sí y día también).
"Me llamo Anne y voy a ser vuestra profesora de historia. Llevo 21 años dando clase y me encanta enseñar", reza a comienzo de curso nuestra protagonista adulta. Y es que la de profesor, maestro, educador o como se quiera llamar, con sus matices y diferencias, es una profesión vocacional. El profe debería ser un ‘coacher’ que dicen los modernos, un motivador nato capaz de sacar de la apatía más absoluta a los sacos de hormonas con patas que todos hemos sido en algún momento; esa persona que con sus ganas de enseñar contagia ganas de aprender.

Muchas cosas en poco más de 90 minutos pero que te hacen ver lo que queda de día con optimismo, quizás demasiado, y creer por un momento que todos llevamos un/a tío/a de puta madre dentro, solo hay que saber rascar.
Ludilo
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