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España España · Londres
Voto de Sitodine:
4
Terror. Ciencia ficción El doctor Pretorius (Ted Sorel) y su colega, el doctor Tillinghast (Jeffrey Combs), trabajan en un experimento sensacional. A través de la estimulación de la glándula pineal quieren abrir la mente a dimensiones superiores. Cuando el experimento tiene éxito son atacados por unas terribles formas de vida... (FILMAFFINITY)
11 de agosto de 2011
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras el éxito de Re-animator (1985), Jeffrey Combs llegaría a ser algo así como un mito del cine de serie B. Todo ello bajo la batuta del director Stuart Gordon y el productor Brian Yuzna, que además de ser el responsable de sus sucesivas interpretaciones del desequilibrado forense Herber West, lo fue también de Re-sonator “From Beyond” (1986) y Necronomicón (1993). Estas películas, basadas todas ellas en relatos de H.P. Lovercraft, se caracterizan básicamente por su bajo presupuesto, un diseño de producción tirando a cutre y una tendencia a la exaltación de la violencia fruto de un humor macabro particular.

La película que nos ocupa adapta el relato "From Beyond" de Lovercraft, coincidiendo el productor, director y dúo protagonista de la película Re-animator. Supongo que debieron pensar que cambiar el título y ponerle Re-sonator era mucho más comercial y vinculante, cuando en realidad ambas película no tienen nada que ver. El actor Jeffrey Combs interpreta aquí a Crawford Tillinghast y el relato de Lovecraft queda adaptado en la introducción previa a los créditos iniciales. El resto es una película alargada tan forzosamente que la historia pierde todo el sentido que en un principio podía tener. No obstante, nos regala momentos curiosos y, como ya hicieron otras películas de la época, nos demuestra las cosas que se podían hacer con mucha imaginación, a falta de los prodigios modernos generados por ordenador. Y debo admitir que en muchos momentos se da el pego con bastante dignidad.

En resumidas cuentas, estamos ante un film raro que narra la no menos extraña historia de un aparato tecnológico que desarrolla la glándula pineal, abriendo la mente a percepciones diferentes y adentrándose de una forma física en los estados de vigilia y sueño. Una premisa argumental que acaba desvariando de un modo difícilmente comprensible, configurando lo que no pasa de ser una cinta más o menos entretenida que pretende ser una mezcla de terror y ciencia ficción, con dosis ingentes de bichos, sangre y alguna escena sensual de Barbara Crampton.

Nada más.
Sitodine
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