Pocas veces somos testigos de la evolución, ese lentísimo proceso que hace que los organismos consigan perpetuarse mediante sutiles cambios que permiten un mejor adaptamiento al medio.
No es el caso de The Office, esta serie es un paso más allá en la comedia, y desde luego nada discreto, es como pasar de un simio primitivo a un hooligan gritón con el nombre de su equipo tatuado en letras amarillas en la frente.
Tomando lo mejor de su original versión inglesa la oficina de Scranton convertirá los acontecimientos más ordinarios y vulgares posibles en verdaderas hazañas extraordinarias.
¿Su secreto?, desvelar que incluso lo más insípido y mediocre es divertido si lo llevamos al absurdo.
Esta serie ha logrado establecerse en un nicho seguro que le garantiza cierta estabilidad, esperemos que sus responsables y protagonistas puedan tener oportunidades de expandirse a nuevos horizontes.