Fahrenheit 451, la temperatura a la que arde el papel, esa es la explicación del título de la siguiente obra del director francés que produjo esta película en Inglaterra.
Una película cuyo escenografía y ambientación ha quedado muy atrás pero es sorprendente ver como no ha pasado para nada la esencia de la película, una historia ficticia pero un fondo humano real y permanente, el espíritu del hombre por ser libre y por expresarse con libertad, sin duda la historia encierra un fondo sin igual y eterno para el espíritu del hombre.

Lo peor, y todos lo sabemos, la ambientación futurista, cualquier detalle que se analice en este aspecto resultará patético pero no hay que quedarse con eso, el mismo Truffaut sabría las limitaciones de las que disponía para poder llevar a cabo tal historia pero él no buscaba eso, le importaba la historia, los personajes, el fondo de la historia, es decir, el hombre.

La historia es muy original y también absurda pero no se busca una historia tampoco de ciencia ficción sino algo entre los dos caminos, por eso la historia tiene ese toque especial de realismo y ficción pero a mí lo que más me interesa es lo que se pretende contar y está claro que Truffaut lo consiguió muy bien.