Es curioso que el punto de partida del film (Nicholas Angel es un policía de Londres tan efectivo que sus superiores deciden trasladarle a un tranquilo pueblo perdido para que deje en mal lugar al resto del cuerpo de policía) pueda parecer, visto lo visto, de una forma tan realista que nadie se sorprenda. Y este es quizás el gran acierto de los principales responsables del film Edgard Wright y Simon Pegg (como director y co-guionista el primero y actor y co-guionista el segundo), la apariencia de “película seria” que flota en la superficie pero en cuanto se escarba un poco aflora un comedia con momento hilarantes que parodía films de acción estilo “Arma letal”. “Dos polis rebeldes” y sucedáneos.

Siguiendo más o menos las mismas pautas de su anterior film (“Zombie’s party”), los británicos tienen la clara intención de parodiar los films policíacos, “buddy movies” y demas pero desde un punto de partida serio. En lugar se seguir la senda trazada por los “.... como puedas”, “scary movies”, etc, los realizadores parten de una situación pretendidamente seria para llevarla al terreno de lo absurdo e incluso del surrealismo, que provocan las inevitables carcajadas de rigor con determinadas situaciones y secuencias perfectamente estudiadas y planificadas, y sin olvidarse de guiños perfectamente identificables a films como “Los rios de color púrpura”, “Le llaman Bodhi” o “Dos polis Rebeldes”. Una vez más, es el humor británico el que parece tener ideas frescas, y proponer interesantes propuestas para el espectador.