Si un film de apariencia modesta consigue una cierta resonancia, es normal que los responsables del film quieran aprovechar el tirón con una segunda parte. Suele ser habitual que esta segunda parte esté realizada con muchos más medios, pero el enorme despliegue de medios de la segunda parte, suele estar centrado sobretodo en el apartado técnico, es decir, los efectos especiales.

Dicho despliege suele ser indirectamente proporcional al resto de apartados del film (guión, interpretación, etc), lo que ha popularizado el famoso dicho de "segundas partes nunca fueron buenas". A pesar de ello, una y otra vez, continúan tropezando en la misma piedra directores y productores, y cada vez más teniendo en cuenta la gran cantidad de secuelas que inundan las salas de cine. Lo mismo se puede decir de este film, cuya primera parte rebosaba modestia y escasos medios por los cuatro costados. Realmente, aunque aparece la firma del mismo director, no parece el mismo film, del que parece haberse apropiado del título, puesto que el film no pretenden continuar las andanzas de joven protagonista experto en muahi thai, sino que más bien la orientación del film es ir hacia atrás y presentarnos lo que podría ser una precuela, protagonizada por el co-director del film, Tony Jaa, otro experto en artes marciales.

Así, el film nos traslada a la Thailandia de otra época, en una trama que pretende abarcar reyes y sus luchas internas para sucederlos, con bandidos habilidosos en todo tipo de artes marciales. No cabe duda que estamos ante un film de entretenimiento, y realmente espectacular, en el que ya no se conforman con mostrar las virtudes de la lucha tailandesa, sino que se amplia el abanico a prácticamente todo el espectro de lucha conocida (o por conocer), resueltas en la mayor parte de los casos con muchos efectos digitales. El problema del film no es el enorme despliegue técnico y digital para realizarlo, ni siquiera lo inconsistente de un argumento en el que apenas se consigue cuadrar una historia mínimamente creible (no vamos a hablar de la estética semejante a los ninja de los asesinos que aparecen en el film, ni de la estética en general de todo film), olvidándose de detalles que luego tienen su importancia, intentando arreglar un final que parece que se les ha ido de las manos, etc. En el fondo se trata de un film puramente de acción y de lo que se trata justamente es de ofrecer eso mismo por lo que en ese aspecto no se le pueden oponer peros.

Sin embargo, cuando un film tiene ese aire ampuloso y pretencioso, se le exije algo más que unas buenas patadas digitales, y un estilo más semejante a un “video-clip” que a un film de acción y es aquí donde el vacío general del film acaba jugando en su contra teniendo que volver a colocar la consabida coletilla de "segundas partes nunca fueron buenas". Al menos en este caso se ha cumplido.