El director John Moore adapta la historia de Max Payne (Mark Whaalberg), un detective atormentado por la muerte de su mujer y su hijo, y que no deja de buscar a los culpables para vengarse, sin embargo el camino de su venganza será más tortuoso de lo que imagina. En realidad la historia está inspirada en un videojuego, y el director intenta trasladar y combinar los ingredientes del videojuego tanto en su trama (en la que se mezcla un “thriller” con ciertos tintes de cine negro, con elementos puramente fantásticos), como en su peculiar estétetica e imagenieria visual.

En ambos terrenos el director fracasa rotundamente. Moore se vale de clichés y referencias reconocibles del género, ya desde el inicio (que recuerda demasiado a “El crepúsculo de los dioses”) con el que intente captar el interés del espectador por la historia. Pero los clichés y las referencias no sirven de nada si no se ponen al servicio de una historia bien contada, que deja excesivos huecos en un desarrollo facilón, y en ocasiones sin sentido.

Por mucho que intente dirigir múltiples guiños a elementos puramente fantásticos, eso no justifica varias incongruencias de guión ni de desarrollo del mismo. Por el otro lado, Moore intenta recrear los elementos visuales del juego en cuestión (en el fondo se trata de contentar a los fanáticos del mismo), pero al hacerlo, lo que consigue es aumentar la sensación de irrealidad, con lo que en realidad lo que consigue es transmitir una exceciva frialdad con lo que el espectador se acaba distanciando del film. Por otro lado aunque cuenta con una voluntariosa interpretación por parte de su protagonista (correcto Mark Whalberg aunque quizás un tanto desaprovechado), el resto del reparto cumple una función excesivamente marginal, aparecen en un momento determinado y luego desaparecen, sin acabar de influir excesivamente en la trama, en definitiva, sin entidad propia, al servicio de un protagonista que pese a sus esfuerzos no tiene el carisma suficiente para aguantar toda la historia él solo.

En definitiva, el problema del film no es que esté basado en un videojuego ya que cualquier idea puede ser buena, venga de donde venga. El problema es que el director no saca el suficiente partido a la trama con los elementos que dispone de partida. No es tanto la falta de imaginación como el ofrecer un producto debidamente cocina y condimentado.