El director Pedro Almodovar, quizás uno de los pocos directores españoles que han conseguido que su nombre suene más allá de las fronteras españolas nos ofrece una nueva vuelta de tuerca de su particular visión del melodrama.

Lydia (Rosario Flores) es una torera que en una faena queda en estado vegetativo dejando varias cosas pendientes con Marco (Dario Grandinetti) un periodista con quien mantenía una relación. En el hospital donde la cuidan conoce a Benigno (Javier Cámara) un enfermero que cuida con especial mimo a Alicia (Leonor Watling) una bailarina de la cual Benigno está enamorado. Mientras visita a Lydia, Marco trabará amistad con Benigno.

Almodovar contrapone dos actitudes diferentes ante el amor, la de Marco, pasiva, con temas pendientes y remordimientos, y la de Benigno (el nombre ya es una declaración de principios) el cual lo da todo sin esperar nada a cambio. No es ningún secreto que Almodovar es un gran admirador de los grandes melodramas norteamericanos, sin embargo, en esta ocasión consigue hacer algo própio, sin que realmente nos suene a algo visto, filmando con gran sensibilidad y elegancia unas relaciones donde lo más importante es lo que no se dice (porque no se puede), y los hechos más trascendentales suceden fuera de cámara.

Una película verdaderamente redonda que consigue transmitir todo su sentimiento.