Si hay algo que no se le puede reprochar al cine de acción típicamente norteamericano, es su capacidad y rapidez de adaptarse a los nuevos tiempos. Los productores son conscientes que el espectador que gusta ver cintas de acción es bastante exigente y no aguanta que le estén contando las mismas historias de la misma forma, ni tampoco los mismos protagonistas.

Los realizadors Mark Neveldine y Brian Taylor nos proponen un film de acción puramente adrenalítico, y desde unos planteamientos más simples que el mecanismo de un sonajero. Básicamente, el film trata de una especie de carrera contra la muerte, emprendida por un asesino a sueldo llamado Chev Chelios (Jason Statham), al que un hampón le inyecta un veneno que le matará en apenas una hora. Curiosamente, el veneno que le han inoculado es tan "especial" que sólo se puede retrasar a base de metaanfetaminas, adrenalina directamente en vena, carreras, liquidar a todo el que se le ponga por medio, y un una buena sesión de sexo en público con su guapa novia (interpretada por Amy Smart). Y todo ello realizado a 200 por hora y no es ningún eufemismo o metáfora, ya que el ritmo que los realizadores imprimen a las aventuras de Chelios es realmente frenético.

Todo el film tiene un aire de videojuego, pero de videojuego con aroma a añejo. Las correrias de Chelios tienen un punto que recuerda en gran manera a aquellas máquinas de juegos recreativos en los que había que ir superando niveles mientras se disparaba a todo lo que se movía. Y esa es la impresión que nos ofrecen unas imágenes que parecen emitidas a 1000 fotogramas por segundo, ya que las acciones del protagonista parecen ir encaminadas a superar niveles (conseguir las drogas para seguir viviendo, ir siguiendo pistas para llegar a su asesino, etc). Parece que Mark Neveldine y Brian Taylor han dejado el acelerador puesto permanentemente, ya que la búsqueda de Chelios de su asesino apenas tiene un respiro. Además, ambos realizadores le añaden ciertas gotas de cómicas que combinan un humor negro de dudoso gusto e incluso algunos aspectos autoparódicos.

Jason Statham interpreta con solvencia a Chev Chelios, un personaje eminentemente físico, parecido al tipo de personajes a que nos tiene acostumbrado. De todas formas, la velocidad a la que nos cuenta la historia, que con buen acierto dura escasamente hora y media, no es que deje mucho tiempo a la reflexión. Más bien ninguno. Pero el film no engaña a nadie, uno cuando entra al cine a ver un film de este tipo espera pasar un buen rato y dejar sus problemas en la puerta del cine. Y justamente esto es lo que nos ofrece. Diversión, entretenimiento, mucha acción y muchos muertos, vamos un auténtico chute de adrenalina. No se le puede pedir más. Ni tampoco se debe.