Dirigido por Stephen Milburn Anderson, con un presupuesto modesto y una clara vocación de película de "série B", o "indie", el film también tiene una historia bien sencilla: Sam (Chris Hemsworth) y Leslie (Victoria Profeta) son una joven pareja que parece que tiene un golpe de suerte en forma de dinero llovido de cielo (literal). Sin embargo, el sueño se convertirá en pesadilla cuando aparece en sus vidas Pyke (Sean Bean), la clase de tipo que aparece "cuando las personas decentes se apartan del camino".

Hay que reconocer que se trata de un film sencillo, sin grandes giros argumentales, grandes persecuciones ni escenas de acción. La base de la película es precisamente la relación que se establece entre la pareja y el curioso matón que encarna Bean, de largo el personaje más interesante de una historia que pese a apartarse del camino habitual (todos sabemos lo que les pasaría a Sam y Leslie en cualquier otra película), en el fondo no guarda demasiadas sorpresas. Y es que durante el primer tramo del film ya sabemos que Pyke dará con el dinero que busca más bien pronto.

Es a partir del momento en que los encuentra cuando se podría decir que empieza el film. O por lo menos lo que realmente nos quiere contar Milburn Anderson. Sin duda Pyke lo tiene relativamente sencillo para dar con alguien que se ha encontrado con medio millón de dólares, puesto que hace lo que haríamos todos: saldar nuestras deudas con el banco, comprarnos un cochazo, redecorar esa cada en la que de repente la estantería del Ikea ya no nos parece tan útil ni bonita....Sam y Leslie no son diferentes a cualquier otras personas normales y corrientes en cualquier otra parte del globo terráqueo. Y eso lo sabe un lobo como Pyke, un curioso mafioso que, sin pretenderlo consigue vampirizar a la joven pareja, los cuales se acaban sintiendo atraídos por el poder que ejerce tener un arma entre las manos. Aquí radican los mejores momentos de esta curiosa historia. Lamentablemente no son demasiados, puesto que el realizador endereza el camino en su tramo final.

Decir que se trata de una pequeña gran película sería mentir, pero no deja de tener un cierto interés a poco que empecemos a verla.