Frears, tomando como punto de partida una novela de Collette (autora de “La Amistades Peligrosas”), ambienta la acción en la Francia de principios del siglo XX. Las protagonistas del film son una especie de "outsiders". Se trata de reconocidas prostitutas, quienes pese a haber acumulado una fortuna gracias a sus encantos, viven un tanto al margen de la sociedad, puesto que pese a llevar una vida cómoda que reproduce los mismos comportamientos de las clases más adineradas, no es bien visto aparecer en público con ellas, lo que refuerza una cierta crítica hacia la hipocresía de una sociedad que vive con intensidad todos los placeres carnales, aunque de puertas para dentro.

También es cierto que la trama trata de una historia de amor apasionada protagonizada por Lea (Michelle Pfeiffer), una cotizada prostituta ya retirada por la edad, y Cheri (Rupert Friend), hijo de Madame Peloux (Kathy Bates) otra cotizada prostituta retirada. La relación entre ambos, siempre tiene un cierto tono maestra-alumno, e incluso con ciertas connotaciones edípicas, al encontrar en Lea no sólo el aprendizaje en el camino del amor y del sexo, sino también una figura materna, algo que no encuentra en su madre. En realidad, dicha relación nace con fecha de caducidad, no sólo por la diferencia de edad entre ambos, sino también por la voluntad de la madre de Cheri por casarle con una joven de familia respetable. Pero a pesar de todo, entre ambos nace el verdadero amor, no exento de dificultades y obstáculos, como corresponde a cualquier historia de amor susceptible de ser llevada a la gran pantalla.

El principal problema del film es la escasa consistencia con que acaba revistiendo la relación entre Lea y Cheri. Y no es achacable a la interpretación puesto que todo el reparto está francamente bien. En especial hay que destacar al apartado femenino. Tanto Kathy Bates como Michelle Pfeiffer están fantásticas, sacando mucho partido a sus respectivos papeles de mujeres maduras. Tampoco al buen trabajo de vestuario y ambientación del París de principios de siglo. La cuestión es por un lado la escasa química entre la pareja de enamorados. Pfeiffer acapara mucho más la atención que un blando Friend, y esto acaba afectando a la hora de hablarnos de una pasión arrebatadora. Por otro lado, al centrar excesivamente el foco en los pocos personajes que aparecen, las referencias al contexto de la “Belle Epoque” son más escasas e incluso inconsistentes, quedando una melodramática historia de amor, pero sin referencias terrenales a las que agarrarse. Además el lánguido ritmo que imprime el realizador a la historia, unido a la excesiva sutileza de sus elegantes diálogos, llevan al espectador a sentir inevitablemente no tanto una arrebatodora pasión como un insoportable tedio.

Por todo esto, el realizador Stephen Frears, pese a realizar un correcto film, reune a partes iguales aciertos y desaciertos, sin conseguir en ningún momento superar cierta sensación de lentitud de su trama.