El realizador Rob Reiner, bastante conocido por sus producciones de corte eminentemente comercial dio con un texto en el que se venía a resumir todo el universo reflejados en los cuentos: princesas, gigantes, brujas, malvados, el guapo de turno, etc. todo ello integrado en la “más grande historia de amor de todos los tiempos. El hilo argumental es la historia de amor entre una princesa, Buttercup (Robin Wright) y su sirviente, Wesley (Cary Elwes), cuyo amor imposible tendrá que superar las más complicadas y difíciles pruebas para llegar a consumarse.
De hecho, se puede considerar el film como la superación de un obstáculo detrás de otro (incluyendo el de la muerte) para conseguir estar juntos para siempre. Reiner se vale de un ritmo bastante alto para ir saltando de un escenario a otro, de tal forma que el film nos da la sensación de durar más de los escasos 100 minutos que dura. A ello ayuda mucho el guión lleno de diálogos rápidos, puyas y contrapuyas que destila en todo momento muchas dosis de humor e ironía. El director sabe dotar al film esa imagen de cuento que todos tenemos en mente, y se sirve de prácticamente todos los elementos que aparecen en los cuentos y sobradamente conocidos por todo el mundo, para ir construyendo (o bien obstaculizando) la trama, con la aparición de múltiples personajes que tienen un breve papel, lo que da una sensación de dinamismo.
Al mismo tiempo, Reiner sabe dotar de una cierta “madurez” al conjunto, aunque no exactamente una madurez adulta, sino más bien adolescente, aunque es dificil sustraerse a la atracción que ejercen sus imágenes, y sobretodo su acción perfectamente estudiada (con uno de los mejores duelos de espada mejor rodados en la historia del cine). Es ese movimiento continuo la clave de un film que evita caer en el tedio que hubiera producido su hubiera sido excesivamente contemplativo, adornado además con la guitarra de Mark Knofler que construye una preciosa banda sonora que envuelve al film y le acaba de pulir ese aire de ensoñación que pretende dar el director con la fotografía.
También sabe sacar partido de las principales pasiones humanas como el amor, el odio la venganza, etc. ingredientes siempre atractivos en una películas que aquí están perfectamente integrados gracias a personajes muy cercanos (memorable el registro de Mandy Patinkin, con el único papel por el que es recordado en el mundo del cine). A nivel técnico no es precisamente un alarde, y evidentemente, todo el film tiene un tratamiento “ligero”, destinado a entretener a un público amplio.
Ese tratamiento tan “ligero” le convirtió en el mejor digestivo de sobremesa tras las comilonas navideñas, y en ello se ha convertido en los últimos años, aunque es un producto de esos que no importa zambullirse de vez en cuando ya que su receta dosificada le hace de fácil digestión.