Dirigido por la británica Andrea Arnold, el film sigue los pasos de Mia (Katie Jarvies), una quinceañera que vive en los suburbios de alguna ciudad británica. El retrato y contexto inicial en que se mueve la protagonista y que la realizadora se entretiene en contarnos tiene muchos puntos de contacto con el cine social de Loach. Mia es una adolescente conflictiva, que ha abandonado las clases y no parece tener grandes ambiciones excepto el baile. Además cuenta con la indiferencia de su progenitora, más preocupada en sus propios asuntos que de los de sus hijas.

Sin embargo, el parecido con el cine de Loach acaba en el momento en que termina la descripción del contexto en que se mueve su protagonista. En realidad, Andrea Arnold nos quiere contar un film de un aire algo más dramático. Sobretodo en el momento en que aparece en escena el amante de su madre (interpretado por Michael Fassbender), por el que se sentirá cada vez más atraida Mia. Así, tras un inicio "a lo Ken Loach", Arnold deriva su film hacia los sentimientos, hacia el descubrimiento del amor por parte de una adolescente (problemática, si, pero adolescente al fin y al cabo).

Lo interesante del film, que no oculta en ningún momento lo que va a suceder, e incluso se pueden intuir ciertos giros argumentales que el espectador irá descubriendo, es la forma de retratar esa atracción que siente la joven Mia hacia el novio de su madre (interpretada por Kate Dickie), la cual es todavía joven, dejando de lado, a medida que avanza el metraje, los aspectos sociales que se podrían extraer de lo que vemos. Arnold mantiene el realismo en todo momento, siguiendo, cámara en mano a su protagonista, personaje sobre el que gira todo el film, siendo el resto de personajes secundarios y definidos desde el punto de vista de la joven Mia. En este sentido hay que alabar el excelente trabajo de la joven Katie Jarvies, que aguanta prácticamente sola el film, mostrando los múltiples matices que se le suponen al personaje que interpreta, dotándolo de volumen y humanidad, haciendolo creible, en definitiva. Además está muy bien secundada por el escaso reparto que la rodea, cuyo papel está subordinado al de ella.

En el fondo lo que nos cuenta Andrea Arnold no es nuevo (una historia de amor "prohibido" entre dos personas con una cierta diferencia de edad), pero si que es algo novedoso es utilizar elementos más propios del cine de denuncia social para narrar las evoluciones de los protagonista, manteniendo en todo momento un tono realista áspero, poco agradable en muchos casos, pero muy humano y creible para los ojos del espectador. Se trata de un film que va de menos a más. Con un comienzo algo tedioso, pero que poco a poco Arnold encarrila hasta conseguir que nos interesemos por lo que nos está contando, alejado de cualquier denuncia social, y que cuenta con un buen puñado de buenas escenas que nos llevan a pensar que seguiremos teniendo buenas noticias de su realizadora.