El cine francés siempre se ha caracterizado por una mayor profundidad en sus historias, donde lo más importante son los personajes (alejados del “glamour” de Hollywood) y de lo que les rodea, más que un grandilocuente despliegue de medios. Es decir contar historias al servicio de unos personajes sólidos.

El film, dirigido por Thierry Klifa, nos situa en un local de variadades, algo chapado a la antigua, llamado “El loro azul”, alrededor del cual circulan una serie de personajes vinculados a él y al recientemente fallecido dueño, Gabrielle. Cada uno de sus personajes tiene una historia relacionada bien con Gabrielle, bien con el local, las cuales van aflorando a medida que avanza el metraje. A pesar que el director introduce un par de personajes jóvenes, la mirada del film es claramente melancólica, de una época que ya ha pasado y de cómo se aferran a sus recuerdos sus personajes.

Las bazas del film, además de la mencionada mirada hacia atrás, son sobre todo la excelente dirección de actores, encabezados por una espléndida Catherine Deneuve, y muy bien secundada por Emmanuelle Beart, Miou Miou, Gerard Lanvin, Michael Cohen, y Geraldine Pailhas, actores éstos últimos poco conocidos en nuestros lares pero que saben acercarse al espectador y transmitir sus sentimientos a base de intensas miradas que nos acercan a sus vidas. No es la película del año precisamente pero por lo menos consigue entretenernos sin necesidad de ponerse excesivamente trascendental.