El realizador Stephen Frears vuelve al terreno del film modesto, ámbito donde ha conseguido gran parte de su fama con un film ambientado en un bucólico paraje inglés que de alguna forma queda afectado con el retorno de la protagonista del título, Tamara Drewe (Gemma Aterton).

El film está basado en una conocida tira cómica que toca temas tradicionales del caracter británico con cierta ironía y sátira. Frears adapta con bastante acierto el cómic aprovechando el contenido y el variado grupo de personajes. Entre ellos tenemos a Beth (Tamsing Greig) quien regenta una especie de retiro espiritual en plena campiña inglesa para escritores junto a su mujeriego marido Nicholas (Roger Allam), un escritor de cierto éxito. Entre los escritores hay uno particularmente habitual, Glen (Bill Camp). También tenemos a Andy (Luke Evans) joven producto autóctono reconvertido a granjero debido a sus problemas económicos. Hay por ahí un rockero (Dominic Cooper) Y por último, en el relato van apareciendo dos jóvenes adolescentes cuya cabeza más visible es Jody (Jessica Barden) que matan el tiempo fantaseando y con alguna que otra gamberrada.

Sin lugar a dudas, lo mejor del film es el tratamiento que reciben sus protagonistas en medio de un paisaje puramente campestre. Frears se emplea a fondo en este universo tan particular. Con gran naturalidad, el realizador describe las relaciones entre ambos personajes, y la convulsión que sufren algunos de ellos cuando aparece en escena el voluptuoso personaje de Tamara Drewe, quien de alguna forma, y te de forma inconsciente, pone en marcha algunos mecanismos que acabaran explotando hacia el final del film.

Sin restarle méritos al realizador por el excelente dibujo de los personajes (seguramente tomado del cómic original), Frears no consigue acabar de dotarles de movimiento. En muchas ocasiones, pese al paso del tiempo, las diversas elipsis que jalonan el relato no parecen afectar a sus personajes quienes prácticamente siguen donde lo han dejado. Por otro lado, aunque hay algo de humor e ironía, el realizador no consigue del todo la mordiente necesaria sobre los modos y costumbres ingleses que parecen ser el objetivo del cómic. En su lugar, se instala una mirada contemplativa y un cierto tedio, con la sensación que nunca pasa nada, sólo turbada por la aparición del personaje de Tamara y por un cuarto de hora final en el que Frears resuelve todos esos conflictos larvados que se iban gestando a lo largo del metraje.

El film se salva sobretodo gracias sobretodo al crédito de Frears (un gran realizador aunque un tanto irregular), la presencia de Gemma Aterton que sabe darle a su personaje ese toque voluptuoso y sensual que precisaba para que, a pesar de no aparecer un tiempo excesivo, dejar su recuerdo en las retinas del espectador, y también gracias a la presencia de la joven Jessica Barden que consigue llenar los teóricos "tiempos muertos" con su presencia y buen hacer.