La historia de un cartero que en sus horas más bajas se le aparece el futbolista Eric Cantona para intentar reconducirle por el buen camino, no parece el tipo de tramas a que nos tiene acostumbrado Ken Loach. Sin embargo, hay que reconocer que la composición de Eric (Steve Evets) forma parte del universo temático de Ken Loach, no tanto en lo social (es un funcionario) como en el terreno personal: separado de una mujer a la que todavía quiere, y viviendo con dos hijos adoptados que le ningunean. En el momento más bajo de autoestima, llega a auxiliarle su ídolo futbolístico, Eric Cantona (interpretado por él mismo), para poner algo de orden en su vida.

Es curioso como Loach mezcla realismo y fantasia en un mismo film, precisamente cuando lo que le ha hecho famoso es precisamente la crudeza con la que ha retratado situaciones habituales y cotidianas británicas. La aparición de Cantona servirá para que Eric vuelva a retomar las riendas de una vida que se estaba escapando por el desague del water, una situación que no sólo le afecta a él personalmente, sino a cuantos le rodean, y en especial a sus hijos.

El cineasta, pese a que fruto del guión firmado por Paul Laverty, introduce ciertos apuntes cómicos, busca el equilibrio entre la comicidad y el drama, lo mismo que entre la realidad y la fantasía, predominando fundamentalmente su aspecto realista, y sin olvidarse del componente social que con tanta maestría es capaz de retratar Loach, aunque en esta ocasión queda más bien como telón de fondo. Por otro lado, hay que reconocer que al film le cuesta un tanto arrancar, la inclusión de Cantona, parece en ocasiones metido con calzador (sobretodo porque cualquiera que haya conocido su trayectoria como futbolista sabe de su fuerte carácter, y de sus polémicas, y aunque buen jugador no es que se le pueda considerar como ejemplar y modelo a seguir precisamente), pero el hecho de ser uno de los productores ejecuitivos ha debido de ayudar bastante a hacerle un hueco. Pero ciertamente, el film cobra cada vez más interés en la medida en que el otro Eric (el cartero), va cobrando protagonismo y comienza a enderezar el rumbo.

No sabría calificar el film si de un experimento refrescante o que el cine de Loach empieza dar síntomas de agotamiento por lo repetitivo y habitual de sus planteamientos, lo cierto es que, como siempre, acaba otorgando a esos humildes y anónimos personajes que capta su cámara de la dignidad que se merecen.