Jason Bateman, a quien estamos acostumbrados a ver delante de la cámara, también tiene alma de cineasta, y lo demuestra dirigiendo La familia Fang, un conmovedor y acertado retrato sobre las relaciones entre padres e hijos, sobre la necesidad de volar solo y sobre "soltarse" de la influencia paterna, algo no siempre fácil de hacer.
Se trata de una comedia dramática bastante tierna y emotiva, pero sin recurrir a la sensiblería barata ni los tópicos. Bateman demuestra su inteligencia como narrador con un carácter a medio camino entre lo indie y lo mainstream, haciendo gala además de su exquisito gusto como director de actores. Christopher Walken está estupendo, estrafalario como casi siempre, pero fantástico, y Nicole Kidman sigue exhibiendo sus infinitos registros en un personaje que no acostumbra a hacer alguien de su estatus de estrella. Bateman, por su parte, pasea de nuevo esa mirada que tiene de buen tipo, llena de sinceridad y cercanía.
Puede que no sea una obra maestra, ni una película especialmente relevante, pero sin duda es agradable y profundamente conmovedora, como decían las críticas.

Lo mejor: Su alma y los actores.
Lo peor: Nada grave. Quizás no se queda en la memoria con demasiada fuerza.