Vaya por delante que quien esto firma no ha leído Los renglones torcidos de Dios, la famosísima novela de Torcuato Luca de Tena. Por tanto, en esta crítica no se va a analizar si la adaptación es fiel o no lo es a la letra impresa.
La cinta de Oriol Paulo está muy bien hecha desde el punto de vista formal. Fotografía, montaje, dirección artística, vestuario, peluquería y efectos brillan a un nivel extraordinario. Igualmente, el reparto es sencillamente excelente, desde la maravillosa Loreto Mauleón (inolvidable en Patria, la mejor serie española de la historia) a Pablo Derqui, pasando por un Eduard Fernández que vive un nuevo momento dorado de su carrera, o por supuesto una Bárbara Lennie todoterreno, que no le teme a nada ni a ningún personaje, y que es una de las mejores "leading ladies" que hay en nuestro cine. Además, está claro que la trama tiene su mucho misterio, y que crea un interés en el espectador por saber qué está pasando dentro de ese psiquiátrico de la época de la llamada "ley de vagos y maleantes", y si realmente hay un misterio por resolver o todo está en la cabeza de la buena de Alice. Un dilema que se ve acrecentado por el espectacular y confuso final. Que cada uno piense lo que quiera...
Sin embargo, Los renglones torcidos de Dios tiene un problema grave, que es su indefendible duración. Seguramente es debido a la necesidad de hacer justicia a la novela, pero se hace eterna y cuesta mucho prestar atención durante sus más de dos horas y media. El ritmo es irregular y la trama no permite precisamente despistarse. En fin.
Una película más que correcta en lo formal, sin duda, pero bastante pesada en su forma de narrar.

Lo mejor: Los actores, fabulosos (sobre todo Bárbara Lennie), y la factura técnica de la película.
Lo peor: Es eterna. Muy difícil aguantarla hasta el final de una tacada.