Hay varias cosas que resultan evidentes en Encanto.
La primera es que Disney se ha puesto muy, pero que muy a la altura de Pixar en lo que se refiere a la maestría de la animación. Todo en Encanto es de una belleza de museo. Las texturas, los colores, los rasgos faciales de los personajes, la luz, las sombras, los edificios, todo es absolutamente extraordinario. Se trata de una de las películas más bellas y, por así decirlo, exuberantes en mucho tiempo, con ese festival apabullante de luces, colores y materiales que el espectador casi puede oler y tocar como si fueran reales. Un diez absoluto por la pericia técnica que ha desarrollado el estudio de Mickey Mouse.
La segunda es que la cinta resulta sin duda encantadora y muy entretenida. Un espectáculo perfecto para disfrutar en familia y pasar un buen rato.
La tercera es que, sí, aunque las comparaciones sean odiosas, hay mucho de Coco en Encanto. La celebración de la cultura latina (cambiando México por Colombia), el elemento mágico y/o sobrenatural, el mismo mensaje en favor de la familia como la entidad más valiosa e importante en la vida del protagonista (pese a que este en un primer momento piense lo contrario, como les ocurre tanto al Miguel de Coco como a Mirabel aquí)… sí, aunque la comparación no termine de ser justa, hay mucho de la extraordinaria película de Pixar en Encanto, y la influencia es muy clara. Incluso hay cosas también de Brave, podríamos apuntar. Vean si no la relación entre Mirabal y su abuela y no me digan que no es la misma que tenían Mérida y Elinor.
Y es que el principal problema de Encanto es que, pese a sus muchos logros técnicos y a lo encantadores que son casi todos los personajes (especialmente Mirabal, Antonio, Luisa y Bruno), su historia no es nada especial, y ya la hemos visto antes muchas veces en otras películas. Además, el hecho de que sea musical no sólo no aporta nada al resultado final, sino que incluso estorba a ratos porque ralentiza el ritmo, debido a la necesidad aparentemente incontrolable de que cada personaje más principal tenga su número. Y es una pena tener que decir esto, porque Lin-Manuel Miranda no tiene que demostrar nada a estas alturas, ni como actor (no se lo pierdan en La materia oscura o El regreso de Mary Poppins), ni como director (acaba de estrenar la versión fílmica de tick, tick... Boom! con gran éxito) ni desde luego como compositor, como nuevo gurú que es del musical moderno gracias a esa obra maestra que es Hamilton o a la excelente In the Heights. Sin embargo, sus canciones para Encanto no son ni de lejos lo mejor que ha escrito, y, como decíamos, los números musicales no aportan gran cosa a la narración ni a la caracterización. De hecho, el tema más memorable del conjunto es sin duda "Colombia, mi encanto", que interpreta el magdalenense Carlos Vives, y que es la única canción que suena de fondo sin que la interprete ningún personaje.
En definitiva, una película notable, sin duda, bonita y entretenida, pero de la que se podía esperar más.

Lo mejor: La animación, absolutamente extraordinaria, y su diseño de personajes (especialmente Mirabel, Bruno, Luisa y Antonio).
Lo peor: Que sea un musical no aporta nada y la historia tampoco es nada del otro mundo, por no mencionar sospechosos paralelismos con otras películas.