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Voto de Sibila de Delfos:
4
Fantástico. Acción Arturo es un joven intrépido que dirige a su pandilla por los callejones de Londonium. Tras sacar la espada de Excalibur, se verá obligado a tomar algunas duras decisiones. Junto a una misteriosa mujer llamada Guinevere, deberá aprender a manejar la espada, vencer a sus demonios y unir al pueblo para derrotar al tirano Vortigern, quien robó su corona y asesinó a sus padres antes de convertirse en rey. (FILMAFFINITY)
13 de agosto de 2017
18 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las leyendas artúricas son de esas historias clásicas a las que el cine y la televisión vuelven una y otra vez, y que admiten una y mil revisiones. Las hay mágicas y entrañables (Excalibur), animadas (Merlín el Encantador), paródicas (Los caballeros de la mesa cuadrada y sus locos seguidores), musicales (Camelot), guerreras post-Gladiator (el rey Arturo)... de una manera u otra, el encanto del Rey Arturo y sus caballeros permanece intacto, pues la esencia sigue ahí: el coraje, el valor, la caballerosidad, la aventura, el bien contra el mal.
Pero ¿qué pasa cuando coge la leyenda artúrica un director, digamos, atípico? ¿Qué pasa cuando esa historia universal de heroísmo es sacrificada en beneficio de la propia personalidad artística del director? Pues que aparece Rey Arturo: La leyenda de Excalibur.
Y ojo, no es cuestión de echar la culpa a Guy Ritchie. El hombre no engaña a nadie. Ha hecho la película que quería hacer, y está en todo su derecho. No hay manera de confundirla con una película de otro realizador. El montaje es adrenalítico, las imágenes son apabullantes, la música es anacrónica, el sentido del humor es sarcástico. Bueno, toda la película es sarcástica, burlesca del tono grave y "caballeroso" de otras versiones, y sobre todo es canalla. Muy canalla. Como los personajes. Arturo y sus amigos no son en absoluto nobles señores, sino más bien una colección de pandilleros a los que no nos extrañaría ver en el Scorpia bailando bakalao. Al que no le guste, que vea otra cosa. Guy Ritchie es lo que es.
No obstante, si la película no es buena y no alcanza el sobresaliente no es porque Ritchie le haya dado su propia personalidad, sino porque esa personalidad le pega al mito artúrico como a un santo dos pistolas. Lo que quedaba muy bien en Snatch o Lock & Stock no queda tan bien en una historia como esta. Es lo que decíamos antes: de una forma u otra, anteriores adaptaciones habían mantenido lo que hace de la leyenda una historia clásica, que se sigue representando siglos y siglos después de su concepción. Ritchie arrasa con todo eso, derriba esos cimientos y pone en pie una película muy curiosa en lo visual, sí, con detalles bastante divertidos, pero francamente estúpida e innecesariamente ruidosa.
Todo es ruido en este Arturo. Ruido, vestuarios imposibles, patios de lucha que parecen sacados de Águila Roja, asiáticos en la Inglaterra medieval (¿?), elefantes gigantes, música rock y unos diálogos que piden una re-escritura a cada segundo. Muchas, demasiadas veces, las frases no tienen ni pies ni cabeza, y lo que es más grave, las pronuncian personajes de los que no sabemos nada. No hay profundización en ellos. Termina la película y apenas sabemos quién es ese Arturo guapo y chulesco salido de un burdel. Y aquí viene lo peor: no nos importa nada su rebelión. No hay emoción, no hay identificación con los supuestos héroes, no hay nada por lo que recordar esta revisión de la leyenda. Cuando Ritchie quiere hacernos llegar la emoción (cada vez que Arturo coge Excalibur y experimenta visiones sobre su pasado) ya es tarde. Ya no nos importa. No es un personaje que despierte empatía.
Por suerte, todos los actores se lo están pasando pipa y transmiten al público su diversión. Astrid Bergès-Frisbey apenas cambia la cara, pero Jude Law es una delicia de ver en la piel de ese Vortigern tan "iluminado", y lo mismo se puede decir de Djimon Honsou. Charlie Hunnam, esa suerte de heredero de Steve McQueen, a ratos parece seguir en Sons of Anarchy, pero talento, carisma y presencia le sobran para liderar la propuesta (atención a cuando explica en la cueva el plan de ataque a Vortigern). El montaje de varias secuencias (por lo menos cuatro o cinco) en la que se describen planes que ya vemos en ejecución según se habla ayuda a agilizar un ritmo que, sin embargo, se resiente por las dos horas de duración, indefendibles, que tiene la película.
En definitiva, una propuesta sin duda original, sin duda curiosa, pero con un guión penoso y unos personajes que nos importan un pimiento. Así es imposible, Guy.

Lo mejor: Lo bien que se lo pasan los actores y el aspecto visual de la cinta.
Lo peor: El guión es una desgracia y no tiene ninguna emotividad.
Sibila de Delfos
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