Pues sí, Meg, querida. Lo que dijeron las críticas era verdad.
Contra las cuerdas no es una buena película. Tampoco execrable, ojo, no nos pasemos. Pero buena no es. Ymira que lo intentas, y te alisas el pelo, y adoptas pose de mujer de bandera, pero ni por esas resultas creíble como manager de boxeo.
El problema de Meg Ryan es que resultaba encantadora en el papel de mujer romántica e ingenua, de vecina de al lado, de películas como Algo para recordar, Tienes un e-mail o por supuesto Cuando Harry encontró a Sally. Ese personaje lo ha hecho como nadie, y quizás ha sido la única capaz de hablarle de tú a tú a Julia Roberts como reina de la comedia romántica y como prototipo de buena chica de comedias románticas (después aparecería Cameron Diaz, que era algo parecido pero en versión un poco más gamberra y cómica). Sin embargo, en el momento en que quiso despegarse de los roles que tanta fama y dinero le reportaron, Ryan se encontró no sólo con que el público no quería verla haciendo otras cosas, sino con que tampoco le pegaba demasiado a ella como actriz el cambiar de género.
Contra las cuerdas es el ejemplo perfecto de una actriz, valga la redundancia, contra las cuerdas, protagonizando una mala película en la que sabe que no pega ni con cola, llena de tópicos y con escenas de pelea en el ring que son un refrito de otras que hemos visto mil veces y con personajes que no pueden ser ya más típicos. Con todo, esto no significa que Ryan esté mal. Tiene oficio y experiencia de sobras para salvar la papeleta, y con creces, pero se la ve desilusionada. como si todo el rato estuviera pensando que su carrera está en horas bajas (y lo estaba) y que por desgracia Hollywood ya no la va a querer más porque la edad lastra mucho la carrera de las actrices (y por desgracia es cierto).
Con todo, una película bastante mediocre, aunque se deja ver más o menos bien.