Puede que sea una pena que Tom Cruise, con honrosas excepciones, lleve más de 20 años dedicado al cine de acción y ciencia-ficción, y que ya no sea muy probable que volvamos a verlo en películas como La tapadera, El color del dinero o Nacido el 4 de julio, pero hay que reconocer que este tipo de personajes los hace como nadie, y se maneja en ambos géneros, acción y ciencia-ficción, como pez en el agua.
No es tan habitual, no obstante, que Cruise tenga enfrente una partenaire femenina tan potente como Emily Blunt, una de esas actrices que se atreven con todo y que salen airosas de cualquier trago porque, sencillamente, son excepcionales. Es el caso de la más reciente Mary Poppins cinematográfica, que está soberbia como dura heroína de guerra, en un rol agradecidamente feminista pero sin resultar machacón en el mensaje. Sí, es ella quien lleva las riendas y quien entrena y salva al personaje de Cruise, pero no hay propaganda. Así, sí, Hollywood.
Doug Liman, además, es un realizador perfecto para este tipo de cine, y la película resulta de lo más entretenida y simpática. Es más divertida de lo que podría parecer a simple vista (atención al momento final, y el uso de la canción "Love me again" de John Newman) y consigue que el tema de los círculos temporales no se haga pesado o incomprensible para el espectador, que ya sabemos lo delicado que es jugar con las vueltas al pasado en el cine (algo de lo que se mofó con mucha gracia Vengadores: Endgame).
Si no se lleva más nota es porque cae en convencionalismos innecesarios en la relación entre Cage y Vrataski y porque, aunque la cinta es notable, tampoco es una obra maestra (aún le falta a Liman conseguir un trabajo redondo), pero sin duda es una película espectacular, de lo más entretenida y con suficientes elementos interesantes como para destacarla entre lo mejorcito de la ciencia-ficción y acción mainstream de los últimos años y de la filmografía de Tom Cruise.

Lo mejor: Su humor y la presencia de una excelente Emily Blunt.
Lo peor: El romance, muy convencional.