Tal y como dijo Quentin Tarantino allá por 2003-2004 cuando muchos le criticaban la supuesta falta de historia en Kill Bill, ésta es una historia de venganza, sobre alguien a quien otros han hecho algo muy malo y quiere vengarse. ¿Qué más historia quieren algunos?
Porque éso es Dead man down. Una historia de venganza. A quien no le guste que no la vea, así de sencillo es. Dos seres destrozados por un pasado trágico que se mueven en el lado peligroso de la vida y buscan una reparación sangrienta por sus desgracias. ¿Absurdo, exagerado, inverosímil? Todo lo que se quiera y más, aunque anda que no se ven historias iguales o peores en los telediarios de vez en cuando. Pero lo importante es que Dead man down, sin ser una obra maestra en ninguno de sus campos (de ahí el notable bajo que se lleva) cumple a la perfección con el propósito de entretener. Tiene acción, tiene interés en su plana historia y la historia de extraño amor y atracción entre los protagonistas está muy bien llevada.
Y si encima Oplev escoge como protagonistas a una actriz de entidad y gran talento a la que conoce a la perfección como es Noomi Rapace (tiene más presencia y más personalidad que muchas estrllitas de Hollywood juntas) y al siempre infravalorado Colin Farrell (ver el momento en que Victor cuenta su pasado a Beatrice y cómo ella le corresponde hablando de sus malos sentimientos, o cuando Victor ve un vídeo donde aparecen su hija y su mujer), el resultado suma unos puntos más y se convierte en un espectáculo plenamente recomendable para pasar un rato entretenido con calidad.

Lo mejor: La pareja protagonista y la relación que los une, y lo entretenida que es.
Lo peor: Tampoco es nada del otro jueves y se olvida rápido.