Entonces no lo sabíamos, pero Rocky IV (un exitazo de taquilla, además, cuando ya nadie lo esperaba realmente) estaba poniendo la piedra angular para las dos películas de Creed, y muy especialmente para la excelente Creed II, que gira toda ella en torno a los acontecimientos que suceden en esta película.
Y ahí reside su interés, francamente, porque si no, esta entrega sería una más de las muchas cintas dedicadas a la interminable lista de combates y batallas del púgil Balboa. Pero hay que reconocer que, más allá de su desidia narrativa y del tufillo patriotero (justo, qué casualidad, cuando se fraguaba la caída de la URSS), tiene su aquel ver el enfrentamiento entre Ivan Drago con Apollo Creed primero, y con Rocjy después, y cómo ambas peleas tiene su eco después en la mini-saga dentro de la saga que han sido las dos pelícuals protagonizadas por Michael B. Jordan como Donnie Creed, hijo de Apollo. Dolph Lundgren es una bestia parda, y aunque su Ivan Drago está muy desdibujado como villano, la verdad es que las escenas de lucha merecen la pena.
No está mal, que diríamos.