Pablo, apóstol de Cristo es exactamente lo que promete. Cine bíblico de manual.
En honor a la verdad, pocas películas bíblicas han alcanzado la categoría de gran cine. Hay mucha cosa bastante mala por ahí, y sobre todo mucho, muchísimo telefilme, hecho únicamente con el propósito de ser emitido en televisión durante ciertos periodos del año, y muy especialmente en Semana Santa.
Este es el caso de Pablo también. Con Jim Caviezel (que apenas ha evolucionado desde su gran papel como Jesús en La Pasión de Cristo, que es una de las buenas, sin duda, pese a la polémica que generó en su día) a la cabeza de un reparto donde también sobresale Olivier Martínez, se trata de una producción bien hecha, entretenida, que no ofende a nadie, pero que tampoco entusiasma ni remueve por dentro. Quizás a los más creyentes sí les diga algo más, pero como producto exclusivamente cinematográfico no resulta demasiado estimulante ni tiene nada realmente memorable.
Cine aceptable para Semana Santa, pero poco más.

Lo mejor: Los decorados son buenos y es más o menos entretenida.
Lo peor: Es bastante pobre en todo.