Sin City: Una dama por la que matar es una película que da la sensación de haber llegado tarde y mal. Tarde porque se ha estrenado nueve años después que su predecesora, un tiempo inimaginable para cualquier secuela que pretenda ser exitosa. Y mal porque... pues porque no funciona prácticamente nada.
La historia de Dwight y Ava, la única con volumen propio en la letra impresa, sí está bastante lograda y respetada y se beneficia de la siempre turbadora presencia de Eva Green en un personaje que puede hacer con los ojos cerrados y de un Josh Brolin bastante acertado también. Sin embargo ahí acaba lo bueno. Ni siquiera la estética, lo más alabado de Sin City, salva la papeleta aquí. El problema más grave de UDPLQM es que, a pesar de su ajustadísimo metraje, es una cinta a ratos bastante aburrida y, sobre todo, rodada y montada sin ninguna alma. Nada entusiasma, nada fascina, es una sucesión de violencia y monólogos sin chispa, en parte porque las nuevas historias (las protagonizadas por Joseph Gordon-Levitt y Jessica Alba) ni aportan nada ni tienen ninguna enjundia (por no mencionar las contradicciones de la historia de Nancy con lo que vimos en Sin City en la historia de Marv, pero bueno), y en parte porque otra de las mejores cosas de Sin City está aquí de capa caída. Mickey Rourke es una sombra de lo que fue en la primera parte, física y actoralmente, y su brevísima historia es directamente estúpida.
Una mala copia del inimitable estilo de la serie gráfica de un maestro como Frank Miller. Perpetrada por su inefable socio Robert Rodriguez y por el propio Miller, que tiene más delito. Se queda muy muy lejos de los resultados de su antecesora.

Lo mejor: La historia de Dwight y Ava
Lo peor: Lo sosa, aburrida y nada carismática o fascinante que es